El asteroide 2017 VR12 fue detectado por primera vez en noviembre del año pasado. Según estimaciones de la NASA, se dirige a la Tierra y podrá observarse este miércoles, cuando llega a estar a 3,7 distancias lunares de nuestro planeta.
Catalogado por el Centro de Planetas Menores como "potencialmente peligroso", el asteroide no chocará contra la Tierra y pasará a menos de 1,5 millones de kilómetros de ella.
No se sabe nada acerca de las propiedades físicas del 2017 VR12, salvo la magnitud absoluta de 20,5, lo cual supone un diámetro de unos 250 metros, explican en el Laboratorio de Propulsión a Reacción de la NASA.
Sin embargo, otros astrónomos estiman que su diámetro podría ser más grande y superar la altura del rascacielos Empire State Building de Nueva York. Desde el observatorio Northolt Branch (Londres, Reino Unido) calculan que podría llegar a 510 metros.
Crean "hoja de ruta" para explicar formación de hidrocarburos
Apollo-type PHA 2017 VR12. Diameter 230-510m. Close approach March 7th. Distance of 0.01au. The asteroid can be seen here passing through two different star fields#SpotTheAsteroid@AsteroidDay @NEOShieldTeam @CloseApproaches @AsteroidTracker @AstronomyFM pic.twitter.com/9ShiEGJoBl
— Northolt Branch Obs (@NBObservatories) March 5, 2018
El campo magnético terrestre está sufriendo una serie de anomalías que pueden anticipar que la Tierra se prepara para una inversión de sus polos, según datos de la Agencia Espacial Europea (ESA, por sus siglas en inglés) así lo informa RT.
El "escudo" que nos protege contra los rayos solares se está debilitando mayormente en las zonas de Sudamérica y Sudáfrica. Es lo que los científicos llaman Anomalía del Atlántico Sur. Los datos de la ESA revelan que las corrientes de hierro líquido bajo la superficie de la Tierra se están moviendo de forma muy activa, lo que también podría indicar que los polos están a punto de ponerse 'patas arriba'.
Parálisis de la infraestructura tecnológica actual
Las consecuencias de este fenómeno, ocurrido por última vez hace 780.000 años, es que la Tierra puede experimentar "devastadores" cambios climáticos y fallas en su sistema eléctrico, explicas la científica canadiense Alana Mitchell. Amplias zonas de nuestro planeta podrían quedar inhabitables.