Siempre se ha sabido que los depredadores se excitan con el olor de la sangre y, ahora, una investigación realizada por la Universidad Radboud en Países Bajos, ha descubierto la causa.
Se trata del compuesto químico E2D, que se forma cuando las grasas de la sangre se separan debido a la exposición al aire. Por eso, si no hay heridas abiertas, no hay posibilidad de percibirlo. Fue en 2014 cuando se aisló por primera vez, procedente de la sangre de cerdos salvajes.
Los autores del nuevo estudio probaron su efecto con varias especies de depredadores. Empaparon con ella el tronco de un árbol, y el resultado fue que los animales lo mordisqueaban vorazmente, igual que cuando lo embadurnaban con sangre.
Pero cuando probaron el efecto de esta molécula con otros animales que en la pirámide alimenticia ocuparían el escalafón de presas, descubrieron que les producía el efecto contrario: huían despavoridos.
Para los autores del estudio es la prueba de una adaptación evolutiva que ha hecho que los animales que son depredadores (y que por tanto no identifican la sangre con alimento sino con peligro de muerte) escapen al detectar con su olfato esta molécula.
En contexto
Por otro lado, dos equipos científicos del Instituto Zoológico de la Academia Rusa de Ciencias y la Institución Smithsonian (EE.UU.) hallaron los fósiles de dos dinosaurios en Uzbekistán y la India, según la revista científica PLOS ONE.
Los restos pueden arrojar nuevos datos sobre la evolución de esta especie.
En Uzbekistán, los científicos Alexander Averianov, del Instituto Zoológico de la Academia Rusa de Ciencias, y Hans-Dieter Sues, de la Institución Smithsonian (EE.UU.), hallaron los restos de un dinosaurio alvarezsáurido.
Hasta ahora, se conocía que el alvarezsáurido era un pequeño depredador que se sostenía de dos patas largas para caminar (bípedo), con extremidades delanteras cortas similares a las garras de las aves, una especie poco común.