Muchos de nosotros conocemos a personas que tienen fobia a las arañas o serpientes, incluso es posible que nos ocurra a nosotros mismos. Si vivimos en una sociedad industrializada, posiblemente jamás nos hayamos topado con uno de esos animales que sea verdaderamente peligroso. Entonces, ¿por qué sentimos ese terror insuperable en su presencia? Los investigadores del Instituto Max Planck de Ciencias Cognitivas y Cerebrales Humanas han hecho un extenso estudio sobre ello y han concluido que el miedo a arañas y serpientes es de origen evolutivo.
El origen evolutivo del miedo a arañas y serpientes
El miedo a arañas y serpientes puede limitar seriamente la vida de una persona. En los países desarrollados un 5% de la población padece esta fobia que en algunos casos es tan invalidante que impide al afectado entrar en una habitación si no sabe que esta completamente “libre” de arañas o serpientes.
Los científicos hasta el momento dudaban de si esta fobia era algo aprendido inconscientemente en nuestra niñez o era algo innato. Hasta ahora los estudios que se habían hecho trabajaban con adultos o niños ya mayores y era muy difícil dilucidar esa cuestión.
A los bebés se les enseñaron fotografías de peces y flores alternándolas con las de arañas y serpientes. Las imágenes eran del mismo tamaño y colorido y sorprendentemente las pupilas de los niños se dilataban cuando aparecían arañas y serpientes. Según la Dra. Stefanie Hoelhl, neurocientífica de la Universidad de Viena, si el cambio de tamaño de las pupilas se produce en condiciones constantes de luz, es síntoma de que se ha activado el sistema noradrenérgico del cerebro, que es directamente responsable de las reacciones de estrés de los individuos, así lo informa Supercurioso.
La conclusión que extraen los científicos del Instituto Max Planck es que el miedo a arañas y serpientes es de origen evolutivo. Al igual que los primates, estamos preparados para identifica y reaccionar rápidamente ante este tipo de animales que pueden representar un peligro. El que este hecho se convierta en una fobia y genere ansiedad sí tiene que ver con reacciones observadas o con una predisposición genética a una amígdala hiperactiva.
Como curiosidad, el estudio añade que los bebés no muestran reacción de estrés ante imágenes de osos, leones, rinocerontes u otros mamíferos de gran tamaño que pudieran resultar también peligrosos. Los científicos creen que se debe a que la coexistencia con estos es relativamente reciente y en cambio las arañas y las serpientes representan un peligro real con el que el ser humano y sus ancestros coexiste desde hace 40 o 60 millones de años.