El año pasado se observó por primera vez un objeto extraño que perseguía en su vuelo a la Tierra. Una suerte de nuevo satélite, como la Luna, de alrededor de 100 metros, que gira cada 28 minutos. Da vueltas alrededor del Sol pero sin estar emparentado con la gravedad del planeta.
Desde su observación, se esbozaron teorías variadas. La mayoría de los especialistas coincidían en que se trataba de un asteroide. Sin embargo, otros creían que podían ser restos, basura espacial que sobrevuela. Algunos pocos, incluso, llegaron a considerar la posibilidad de un cohete quemado que había quedado atrapado en órbita.
La confirmación llegó en las últimas horas gracias a un equipo del Laboratorio Lunar y Planetario de la Universidad de Arizona que utilizó el Gran Telescopio Binocular, ubicado en el sureste del estado, para seguir al extraño objeto.
Tal como se especulaba, el análisis arrojó que el objeto (469219) 2016 HO3 era un asteroide y no basura espacial y mucho menos una vieja nave. Por más que aún se desconoce su procedencia, es un objeto natural muy parecido a otros que acompañan a la Tierra cada mes.
"Si bien HO3 está cerca de la Tierra, su pequeño tamaño, posiblemente no mayor a 100 metros, lo convierte en un objetivo desafiante para estudiar", sostuvo Vishnu Reddy, el líder de la investigación. "Nuestras observaciones muestran que gira una vez cada 28 minutos y está hecho de materiales similares a los asteroides", continuó.
Para lograr precisar su rotación, el equipo de astrónomos observó al asteroide durante cuatro días, desde el 14 hasta el 18 de abril. Su movimiento es llamativo. Al mismo tiempo que orbita alrededor del sol, se mueve en bucles en torno a la Tierra y, por más que no lo esté, parece estar ligado gravitacionalmente con el planeta.
El 2016 HO3 no fue el único pseudosatélite descubierto a lo largo del tiempo. Otros cuatro fueron observados, pero con la peculiaridad de que este se trata del más estable. "De los objetos cercanos a la Tierra que conocemos, estos tipos de objetos serían los más fáciles de alcanzar, de modo que podrían potencialmente ser blancos adecuados para la exploración", remarcó Christian Veillet, director del Observatorio de Arizona.