MOSCÚ (AP) — Una nave rusa no tripulada se acopló exitosamente el lunes en la Estación Espacial Internacional para entregar suministros a sus seis tripulantes.
La Progress MS-07, que lleva 2,75 toneladas de agua, alimento y equipo científico, se acopló a la base orbital en modo automático dos días después de ser lanzada desde el complejo espacial en Baikonur, que Rusia renta en Kazajistán.
El lanzamiento del sábado se realizó después de que se pospuso dos días y de que hicieran cambios al plan de acoplamiento.
En un inicio, la Progress iba a probar un nuevo método para anclarse a la estación espacial menos de cuatro horas después del lanzamiento, pero el lanzamiento del jueves se abortó debido a un fallo técnico no especificado y las autoridades usaron el método usual de dos días.
En contexto
Por otro lado, el fenómeno de la resistencia de las bacterias a ciertos tipos de antibióticos se ha convertido en una creciente amenaza en todo el mundo, pudiendo llegar a causar para el año 2050 unas 10 millones de muertes anuales, según se advierte en un artículo 'The Business Insider'.
Las infecciones resistentes a los medicamentos se cobran cada año la vida de 700.000 personas y los médicos luchan contra ellas desarrollando nuevos tratamientos. Sin embargo, las infecciones se están volviendo más y más resistentes.
Tanto es así, que grandes compañías farmacéuticas incluso han renunciado a desarrollar nuevos antibióticos y están comenzando a recurrir a otras soluciones, incluida una que, de hecho, se remonta a unos cien años atrás: la terapia con bacteriófagos.
Los bacteriófagos, que fueron descubiertos a principios del siglo XX, son un tipo de virus que 'devoran' las bacterias, como se desprende de su nombre abreviado 'fagos', del griego φαγητ?ν (phag?tón), que se traduce como 'alimento, ingestión'. Como están programados para combatir las bacterias, los bacteriófagos no representan una gran amenaza para la salud humana.