Un grupo de investigadores de las universidades de Columbia y McGill (Estados Unidos) ha logrado borrar recuerdos a largo plazo de manera selectiva en una misma conexión neuronal… al menos, en una babosa marina borracha.
Así, esos especialistas han descubierto que la fuerza de las memorias asociativas y las no asociativas es mantenida por dos tipos diferentes de la molécula de proteína quinasa M y, si se bloquea una de esas variantes, se puede desactivar el respectivo tipo de memoria.
Los avances en los experimentos con ese molusco conocido como liebre marina, que se emplea con frecuencia en experimentos neurobiológicos, podrían permitir que esa técnica se aplicara en seres humanos, ya que las mismas versiones de esa proteína participan en la formación de nuestros recuerdos a largo plazo.
Por este motivo, "en teoría, nuestro estudio abre la oportunidad de tratar las ansiedades", asegura Samuel Schacher, profesor de la Universidad de Columbia y coautor de la investigación.
Borrar el miedo y guardar la experiencia
Schacher explica que tras vivir eventos emocionales o traumáticos apilamos múltiples memorias, incluida la información incidental o neutral de ese momento, que pueden desencadenar ataques de ansiedad mucho después.
Por ejemplo, si una persona experimenta un asalto violento en un callejón oscuro y hay un buzón de correos cerca, se puede volver a poner muy nerviosa cuando tenga que meter una carta en otro buzón.
En ese caso, el miedo a esos lugares sería una memoria asociativa con información importante y útil basada en la experiencia —hay que evitar los callejones oscuros—, mientras que el temor a ese objeto sería una memoria incidental no asociativa indirectamente vinculada al evento traumático.
Samuel Schacher detalla que uno de los objetivos de su investigación es "desarrollar estrategias para eliminar las memorias problemáticas no asociativas grabadas en la mente durante una experiencia traumática sin dañar las memorias asociativas".