A Texas se la conoce como el estado de la estrella solitaria. Por eso, no es de extrañar que a esta garrapata originaria de allí los americanos la hayan bautizado como "tick lone star", aunque su nombre científico es Amblyomma americanum. Pero, ¿que es lo que la distingue de otras de su especie? Pues el hecho de que su picadura puede provocar que una persona sienta una repentina aversión a comer carne.
Fue en 2009 cuando un estudio realizado por los investigadores Scott Coomins y Thomas Platts-Mills puso de manifiesto este curioso efecto. Pero, ¿a qué se debe? Pues a la presencia de un tipo de azúcar llamado alpha-gal que los humanos no tenemos en nuestro organismo.
El alpha-gal también está presente en las carnes rojas, y generalmente lo toleramos muy bien. El problema es que cuando nos pica esa garrapata, dicha azúcar pasa directamente a la sangre y provoca la respuesta del sistema inmunológico, y crea anticuerpos para combatirla. El problema es que en la siguiente ocasión que la persona come carne, se provoca una reacción alérgica por causa de dichos anticuerpos.
Los síntomas pueden aparecer hasta ocho horas después de haber ingerir carne roja, y la persona puede notar que sus manos y su lengua se hinchan, y que le cuesta respirar.
Como ya hemos dicho, la garrapata es originaria de Texas pero, actualmente, ha abandonado dicho territorio y su presencia se está haciendo habitual en otros muchos lugares.
Hay que decir, además, que este curioso síndrome también se ha detectado ocasionalmente con las picaduras de alguna otra variedad de garrapata, especialmente la llamada Ixodes holocyclus, que es originaria de Australia.
Por otro lado han descubierto en otro animal, funciones que puede tener el veneno de una araña la proteína extraída del veneno de una de ellas podría proteger el cerebro tras sufrir un ictus, también conocido como infarto cerebral, descubrieron investigadores australianos.
"Creemos que hemos encontrado por primera vez una manera de minimizar los efectos devastadores" de un ictus, dijo el profesor Glenn King, del Instituto de Biociencia Molecular en la Universidad de Queensland, en Australia.
El descubrimiento fue publicado el lunes en Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), la revista de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos.
La proteína, llamada "Hi1a", bloquea el mecanismo cerebral responsable de los daños provocados por un ictus.
"Los estudios preclínicos demuestran que una simple dosis de esta proteína, administrada ocho horas antes de un ataque cerebral, protege los tejidos cerebrales y mejora enormemente la actividad neurológica", indica el investigador.