Nubes de colores el nuevo experimento de la NASA

Nuestro planeta está protegido de los vientos solares y de las partículas de alta energía gracias a un campo electromagnético, la magnetosfera. Gracias a este escudo, la vida es posible en la Tierra. Pero esta protección se está rompiendo. Ya en 2008 la Nasa descubrió un agujero que tiene 4 veces el tamaño de nuestro planeta. Y ahora hay otro más.

Aunque aún no es peligroso, los científicos buscan comprender el funcionamiento de estos agujeros y para ello lanzarán a bordo de un cohete unas pequeñas cápsulas de vapor llenas de bario (verde), óxido de cobre (azul verdoso) y estroncio (rojo) a la ionosfera donde se espera que interactúen con las partículas de de alta energía y los vientos solares. Estas nubes artificiales “explotarán” a unos 145 kilómetros de altura y darán claves a los investigadores para saber cómo se mueven las partículas en el espacio.

El experimento forma parte de la iniciativa internacional Grand Challenge y su lanzamiento se produjo ayer por la noche hora española. La información que se obtenga permitirá crear modelos más precisos que expliquen con mayor profundidad importantes fenómenos en las capas más altas de la atmósfera terrestre, como las auroras, las tormentas geomagnéticas y los motivos por los que Marte perdió la parte “vital” de su atmósfera, mientras nuestro planeta no.

Las cápsulas tienen el tamaño aproximado de una lata de bebida y los químicos en su interior necesitan la luz solar para reaccionar y ser visibles, por lo tanto las condiciones climatológicas deben ser perfectas para obtener la información esperada.

El futuro de la Tierra podría ser más lluvioso de lo esperado, según la NASA

A medida que la Tierra se caliente, las precipitaciones en las regiones tropicales aumentarán, según ha concluido el Laboratorio de Propulsión a Reacción de la NASA en Pasadena (California, EE.UU.) en un estudio que ha publicado la revista 'Nature'.

Los especialistas que han elaborado ese documento concluyen que los modelos climáticos globales pueden subestimar el volumen de lluvia que caerá en esas zonas de nuestro planeta porque no toman en consideración la disminución de la cantidad de nubes altas en los trópicos.