Desde hace milenios, la Luna ha despertado nuestra curiosidad, y más aún, la Luna llena, fase que ocurre cada 28 días. Esta es una de las más maravillosas contemplaciones que nos da la naturaleza, y si está cerca del horizonte, la escena despierta aún más nuestra fascinación.
Pareciera que al estar sobre el horizonte, el disco lunar fuera más grande y vistoso, mucho más que en los momentos en que la Luna se ubica sobre nuestra cabeza (en el cenit).
El hecho de que la Luna parezca más grande dependiendo de su posición en el firmamento fue un interrogante que se plantearon varias de las grandes mentes de la humanidad. Desde tiempos de Aristóteles, hace 2.400 años, se trató de dar una explicación, atribuyéndole a la atmósfera de la Tierra una propiedad de magnificación, como si fuera una lente que varía el tamaño de los objetos que se observan a través de ella.
En realidad no es así y todos estamos siendo engañados por algo que está mucho más cerca que el astro: nuestro propio cerebro. La percepción de la variación del tamaño de la Luna es una ilusión. Cuando se encuentra cerca del horizonte hay información de referencia como árboles, edificios, montañas y el mismo suelo. Aunque nos pareciera que solo nos fijamos en la Luna, el cerebro está procesando esa información que le llega de los objetos alrededor.
Cuando se compara un mismo objeto en dos escenarios diferentes, la percepción de su tamaño puede variar, algo que se denomina ilusión de Ebbinghaus, y que surge en desarrollos de psicología experimental a comienzos del siglo pasado.
La comprobación de que el tamaño aparente de la Luna cerca del horizonte no es mayor queda demostrada al tomar una fotografía del astro y compararla con otra tomada en una posición en el cenit o cerca de este. De manera más sencilla, podemos extender nuestro brazo y usar un objeto en nuestra mano para “medir” el tamaño del disco lunar en ambas situaciones.
De hecho, la Luna cerca del horizonte es más pequeña, debido a que los rayos de luz de la parte inferior del disco lunar atraviesan más atmósfera y se curvan más que los que provienen de la parte superior, haciendo que el disco lunar se vea achatado en la dirección vertical.