A ciegas y solo guiado por su oído, el público no es capaz de distinguir el sonido de un violín «Stradivarius» de uno moderno y, además, en la mayor parte de los casos, prefiere los instrumentos actuales.
Es la conclusión de un estudio, publicado hoy en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), dirigido por la científica del Centro Nacional francés de Investigaciones Científicas (CNRS) Claudia Friz, en colaboración con el luthier estadounidense Joseph Curtin.
«En contra de las ideas preconcebidas, los intérpretes deberían privilegiar los violines recientes» a los famosos «Stradivarius», manufacturados por el luthier italiano Antonio Stradivari (1644-1737), según un comunicado del CNRS.
A condición, eso sí, «de que la procedencia del instrumento sea desconocida para la audiencia y los jueces» de los concursos, agrega.
Para llevar a cabo la experiencia, la investigadora reunió a una audiencia formada por luthiers, músicos, melómanos y críticos musicales.
En un auditorio de París reunió a 55 personas y a otras 82 en una sala de conciertos de Nueva York.
La audiencia juzgó el sonido de nueve pares de violines formados por uno antiguo y uno moderno, y los puntuó según su preferencia personal y la proyección del sonido -su capacidad para «llenar» una sala de concierto y destacar en una orquesta-.
El estudio se hizo con el método científico del «doble ciego», es decir, que los espectadores no podían ver qué violín era utilizado en cada ocasión, pero los intérpretes tampoco podían distinguir el instrumento que tenían entre las manos.
A la preferencia del público por los instrumentos modernos se une la de los propios intérpretes, según el trabajo de Friz.
La científica ya había investigado en dos estudios de 2010 y 2012 la preferencia de los músicos solistas por los instrumentos modernos frente a los «Stradivarius».
Los violinistas, equipados con unas gafas de soldadura que les impedían ver, no solo prefirieron los más modernos, si no que, «en general no eran capaces de distinguirlos», apuntó el estudio.
Incitar a los músicos a probar a ciegas los instrumentos les evitaría ser influenciados por «el prestigio asociado a un luthier célebre», concluyeron los autores del estudio.
Muy apreciados por los solistas, los violines «Stradivarius» alcanzan a menudo cifras millonarias en las subastas.