La mejor forma de romper un huevo, según la física

¿Qué le diría un experto en mecánica de fractura a un inútil como yo que es incapaz de abrir un huevo sin que caigan pedacitos de cáscara en la tortilla? Popular Science hizo la pregunta a dos ingenieros que dieron con la fórmula.

Como todos los objetos, los huevos tienen puntos de ruptura o límites más allá de los cuales no pueden absorber más fuerza. Esos límites son más bajos en la parte más plana del huevo, que es el centro, y más altos en los polos, que tienen la mayor curvatura. Es el mismo principio que aprovecha la arquitectura desde hace milenios: los arcos son capaces de sostener más carga que los planos porque distribuyen más uniformemente el peso.

Por eso es mucho más fácil aplastar un huevo si lo sostienes en horizontal que si lo haces en vertical. De hecho, es improbable que puedas aplicar la fuerza suficiente para romper un huevo si lo sujetas por los polos. ¡Física!

Bien, ya sabes dónde cascar el huevo: justo en medio. Ahora dale un golpe rápido su parte más plana, ya sea contra otra superficie plana o contra el borde de un bol o una sartén, y luego intenta expandir la fractura de la manera más limpia posible hasta el punto dulce en que tus pulgares abren el huevo y dejan caer la yema. Esto es lo que dice Popular Science:

De acuerdo con la mecánica de la fractura, una vez que has creado una grieta en un objeto, esa fisura se expandirá solo un poco hasta que apliques la cantidad de fuerza necesaria para que llegue a algo llamado longitud de grieta crítica. Una vez conseguido, la grieta crecerá rápidamente mientras esa fuerza permanezca estable. Si alguna vez has caminado sobre un estanque cubierto por una fina capa de hielo y observado cómo se formaba una grieta bajo tus pies, es básicamente la misma idea. Poco después de alcanzar la longitud crítica de la grieta, caes a través del hielo. Para abrir con éxito un huevo después de agrietarlo, tienes que aplicar la fuerza necesaria a los bordes agrietados para que comiencen y sigan expandiéndose.

Pero cuidado, no te pases con la fuerza o acabarás rompiendo la cáscara por completo. En resumen: dar un golpe firme y rápido en el ecuador del huevo, expandir la grieta con los pulgares con delicadeza y dejar caer el líquido. Ni que fuera física de materiales.