El enorme y brillante anillo en la mano derecha, más el reloj incrustado de diamantes que lucía en su muñeca izquierda reflejan cómo le cambió la vida a Andy Ruiz Jr. tras proclamarse campeón mundial de peso pesado.
Pero fue otro detalle en su atuendo lo que captó más atención cuando el corpulento mexicano se vio cara a cara con Anthony Joshua previo a su revancha el sábado en Arabia Saudita.
Para la última rueda de prensa antes del combate, Ruiz se presentó con una camiseta de los Knicks de Nueva York — otro recordatorio a Joshua de aquella funesta noche en el Madison Square Garden en junio, cuando perdió sus tres cinturones de peso pesado en una de las mayores sorpresas del boxeo de los últimos años.
“Ahí fue donde conseguí la primera victoria el 1 de junio y por eso la traje”, dijo Ruiz, refiriéndose a la camiseta. “La uso para hacerme recordar algo: ‘yo soy el campeón’”.
Y Ruiz realmente ha capitalizado al máximo su nueva condición en los últimos cinco meses. Una de las primeras cosas que hizo fue comprarle un auto a su madre, Felicitas, y también presume de su lujosa nueva mansión en California, repleta con una fuente y piscina, en sus redes sociales. También fue recibido por el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador, y lanzó el primer lanzamiento ceremonial en un juego de los Dodgers de Los Ángeles.
Básicamente cosas que nunca se hubiera imaginado hacer cuando mezclaba cemento con su padre, Andrés, siendo un chiquillo. Y hasta recién en 2017 se pasó un año entero sin pelear tras una derrota ante Joseph Parker en la que fue su único pelea de título mundial. Se le menospreciaba como aspirante a un campeonato mundial, era objeto de burlas por su físico regordete, pese a que sus manos rápidas y otras destrezas apuntaban a que era un boxeador talentoso.
Ruiz no tiene otro remedio que subrayar que nada más está disfrutando su presente, sin distraerse del objetivo — algo que Joshua reconoce hizo previo a la primera pelea.
“De ninguna manera voy a soltar estos cinturones”, dijo Ruiz al observar las diademas dela OMB, AMB y FIB que tenía en frente de él. “Moriré luchando. Ha sido como una montaña rusa, pero he podido llegar hasta acá, y de ninguna manera los voy a soltar”.
Ruiz sabe que se encontrará con Joshua distinto esta vez. Más enfocado y determinado, Joshua entiende que se juega reflotar su carrera tras ser derribado cuatro veces antes que el combate fuera detenido en el séptimo asalto en Nueva York.
Será la primera pelea de campeonato mundial en Medio Oriente, rodeada de polémica por los cuestionamientos sobre derechos humanos en Arabia Saudita. Recibió el nombre de “La Batalla de las Dunas”. Joshua prefiere denominarla como la “16”, en referencia a la 16ta pelea de su carrera cuando conquistó su primer título mundial.
Joshua adelantó que el viernes pesará alrededor de las 238 libras (108 kilogramos), lo más liviano que ha estado en una pelea desde 2014, y que ha puesto énfasis en el trabajo de sparring y el “estudio” del boxeo en vez de su musculatura.
Se hizo crecer un afro, como si estuviera peleando “en los 70”.
“Estoy pegando como un caballo, suelto y pesado”, dijo Joshua, añadiendo que no ha perdido ambición tras sufrir la primera derrota de su carrera.
“No tengo miedo en mi corazón, no tengo miedo en mi mente”, dijo. “Se me pregunto si este será un momento especial (recuperar las coronas), y yo he dicho que no. Aquí es donde debo estar. No es especial. Cuando recupere esos cinturones, lo más probable es que siga tranquilo y mantenerme enfocado. No es un momento para celebrar”.
La pelea se realizará en la arena Diriyah Arena, un escenario con capacidad para 15.000 espectadores que se construyó en seis semanas para la pelea y será desmontada apenas dos días después.
Otro que es proclive a declaraciones exageradas es Eddie Hearn, el ambicioso promotor de Joshua, quien ha comparado este combate con el “Rumble in the Jungle” y el “Thrilla in Manila” — dos legendarias peleas de peso pesado en los 70 que se llevaron a sitios inusuales. Hearn dice que será un “nuevo amanecer para el boxeo”, y pronostica más peleas de envergadura en esta parte del mundo. Con Joshua embolsándose unos 70 millones de dólares y Ruiz 10 millones, según versiones de prensa, el interés es obvio.
Joshua no sabe cómo será el ambiente en la arena, aunque difícilmente sea algo igual a la estridencia del público en Gran Bretaña. Tampoco es algo que le importe, dada la situación precaria en la que se encuentra.
“No vine a dar un show”, dijo Joshua, expresándose con plan serio. “He venido a ganar”.
Ruiz, fascinado por su condición del primer mexicano en reinar como campeón pesado, no tiene intención alguna de permitir que eso ocurra.
“Sé que AJ saldrá con otro plan de pelea, sé que llega preparado y motivado”, dijo Ruiz. “Eso es lo que me motiva, lo que me hace estar más cauteloso. Sé que ha perdido peso, y que tratará de boxearme y eludirme. Mi tarea será impedírselo. Estoy listo para lo que sea”.