Saúl “Canelo” Álvarez se ha ido a dormir los últimos meses pensando cómo va a noquear a Gennady Golovkin en su pelea de revancha por el campeonato mundial de peso medio.
Pero, si quiere despertar la mañana del domingo como campeón de las 160 libras tendrá que tomar algunos de los riesgos que no tomó en el primer combate con Golovkin hace un año. Y eso podría ser un verdadero problema ante la potente pegada de un kazajo que ha derribado a 34 rivales en 39 combates profesionales.
“Será una pelea difícil”, dijo Álvarez. “Pero voy a salir a noquearlo”.
El mexicano Álvarez y el kazajo Golovkin tienen una nueva oportunidad de resolver las cuentas pendientes de septiembre pasado, cuando el combate finalizó empatado. Lo harán la noche del sábado en Las Vegas, y no como los caballeros del cuadrilátero que representaron en su primer pleito, sino como los feroces enemigos cuya rivalidad parece auténtica.
Eso quedó en evidencia durante la ceremonia de pesaje del viernes, cuando ambos púgiles tuvieron que ser separados durante el único enfrentamiento que tuvieron cara a cara ante del combate. Golovkin detuvo la báscula en 159,6 libras, mientras que “Canelo” registró 159,4.
Un resultado positivo a clembuterol por parte de Álvarez obligó que la pelea, programada inicialmente para mayo, fuera pospuesta. El incidente también generó resentimientos entre los dos púgiles debido a las declaraciones del mexicano de que el doping positivo ocurrió por comer carne contaminada en México.
El sábado se sabrá si eso resultará en una pelea más entretenida. Ambos boxeadores parecen determinados a no permitir que los jueces decidan quién ganó.
“Es una pelea auténtica”, dijo Golovkin esta semana. “Como una verdadera guerra”.
Golovkin (38-0-1, 34 nocauts) llega como ligero favorito, como sucedió en el primer pleito. Muchos de los presentes pensaron que ganó esa pelea, pero Álvarez rescató el empate al quedarse con los asaltos finales, en donde el kazajo de 36 años pareció quedarse sin gas.
La pelea no fue el “gran drama” del que Golovkin le gusta hablar, ningún boxeador visitó la lona o resultó lastimado. Pero fue un combate duro, competitivo y que, en cierta forma, cumplió con las expectativas, aunque no haya habido un ganador.
“Obtuve una gran experiencia de la primera pelea”, dijo el kazajo. “Esta vez es un poco diferente, pero creo que será una gran pelea para los aficionados”.
Álvarez (49-1-2, 34 nocauts) está de acuerdo con eso, pero ve un resultado distinto. Uno que ha visto cada noche al momento de ir a la cama, cuando repasa los escenarios que le ayudarán a quedarse con la victoria.
“Realmente no me gusta hablar, mañana les voy a demostrar más que decir”, aseveró el mexicano. “El sábado vamos a disfrutar de una gran pelea, pero sobre todo de una gran victoria”.