VasyI Lomachenko noqueó al venezolano Jorge Linares el sábado, en el décimo asalto de su pelea por el título de los ligeros, con lo que se apoderó del cetro en una tercera categoría distinta y apenas en su duodécimo combate como profesional.
El ucraniano propinó un duro zurdazo al cuerpo, durante una andanada de certeros golpes, con lo que obligó a que Linares colocara una rodilla en tierra. El púgil de Barinas se incorporó poco antes de que la cuenta llegara a 10, pero el réferi Ricky González decretó el final de las hostilidades a los 2:08 minutos del episodio.
“Me preparé para los últimos rounds, y mi padre me dijo ‘necesitas golpear al cuerpo’”, dijo Lomachenko, cuyo padre Anatoly funge como su entrenador.
Linares derribó a su contrincante en el sexto round, y la pelea pareció cerrada antes de que Lomachenko (11-1, con nueve nocauts) descargara la artillería de sus puños para sentenciar el pleito dentro de la categoría de las 135 libras.
Este cinturón se suma a los conseguidos por Lomachenko en la división pluma (126 libras) y superpluma (130).
Linares (44-4, con 27 nocauts) no había perdido desde 2012, y se valió de su mayor-estatura para causar algunos estragos. Al final, Lomachenko inclinó la balanza a su favor en el Madison Square Garden.
Antes del combate, Lomachenko aclaró ante la prensa que prefiere ser llamado Vasily y no Vasyl, como se refieren a él algunos medios. Ahora, se le puede llamar también campeón de los ligeros.
El público en el Garden prefirió llamarlo “Loma”, el apodo que coreó para alentarlo. Lomachenko bromeó, al decir que sus rivales le suelen decir “No más Chenko”.
De cualquier modo, Linares vendió cara la derrota. Había hilado 13 triunfos y representó un buen desafío para el bicampeón olímpico, considerado por muchos el púgil más talentoso del mundo.
“La pelea se estaba poniendo interesante”, dijo Linares. “Estaba muy cerrada pero él me sorprendió con ese golpe al cuerpo. Quise seguir, quería seguir peleando, pero el réferi paró la pelea”.