Un día en la vida de Julio César Chávez Jr.

Fuente: Salvador Rodríguez

Hace unos días confesaba Julio César Chávez Jr. su placer por el chocolate blanco, es un gusto, o pecado, que de vez en vez se da y no le importa tener que trabajar algunas repeticiones más para bajarlo.

Ser el hijo del gran Julio César Chávez no ha sido nada sencillo para Junior, pero se ha acostumbrado a vivir con ello. No hay una vida privada, pero difícilmente le negará un autógrafo a alguien y es un ser humano muy apegado a su pequeña Julia y su esposa Frida.

En el campamento en el Centro Ceremonial Otomí, la vida era demasiado relajada, como siempre ha sido, el Junior se dormía hasta tarde y se levantaba a correr al mediodía, una vez que regresaba tomaba un baño y desayunaba claras de huevo con algo de queso.

Tras cruzar algunas palabras con su equipo de trabajo, volvía a descansar a su habitación y ya entrada la tarde, entre 6 y 8 de la noche, se reportaba al gimnasio donde trabajaba por espacio de dos horas con el entrenador Nacho Beristáin y su tío Rodolfo Chávez, quien fue el primer boxeador de la Dinastía Chávez.

A la hora de la comida y la bebida, prefería comer poco pero estar bien hidratado, pues no iba a ser sino hasta 10 días antes cuando iban a comenzar a restringir la ingesta de agua como hacen comúnmente los boxeadores cuando llega la hora de enfrentar a la báscula. Es fan de la salsa de tomate y de la mayonesa.

A la hora de correr, se le vio muy intenso, corrió fuerte y en más de una ocasión dejó atrás a quienes le acompañaban. Eran regularmente de 8 a 10 kilómetros a 3,400 metros sobre el nivel del mar, o también podían ser 8 sprints de 200 metros según lo pedido por Memo Heredia.

En el gimnasio, escuchaba atento lo que le pedían Nacho y Rodolfo, algunas combinaciones largas que trabajaba con Alejandro 'Tyson' Martínez y labores defensivas con los sparrings Javier Ortega y Alejandro Barrera. Cerraba con golpeo de pera y sudando a chorros.

Apenas tenía tiempo, iba por su hija Julia y la cargaba para darle besos, aunque de vez en vez le hacía enojar diciéndole que 'ahí viene el lobito'. Explicó que Julia es fan de la caricatura 'Masha and The Bear' y los malos de la película eran precisamente dos pequeños lobos. Por la noche salía un poco a buscar señal para el celular pues apenas en un par de zonas había señal para hacer un par de llamadas.

Para él fueron días, semanas y meses distintos, nunca antes había tenido una concentración tan larga y menos con algunas incomodidades, con la esperanza de que haya valido la pena este 6 de mayo cuando enfrente a Canelo Álvarez en la T-Mobile Arena de Las Vegas.