Desde la primera escena el director danés Nicolas Winding Refn nos muestra cómo será la estética y el cuido de todas las imágenes que veremos en el filme, además de hacer unos guiños a la presencia de sangre en conjunto con colores brillantes y un impresionante uso de la iluminación, volviendo toda esta historia noir en un viaje que roza la más pura belleza con la más oscura crueldad.
El visionario director que nos ha entregado una pieza de culto a como lo es Drive (2011), ocupa algunos de los mismos matices en esta obra, pero lo explota aún más, porque se puede apreciar que cada cuadro fue pensado cómo si fuese una fotografía del más alto nivel artístico, lo que a su vez es un lenguaje que ayuda a promover la temática de la película que tiene que ver con el exigente e inhumano mundo de la moda y el diseño en Los Angeles, Estados Unidos.
La trama gira en torno a Jesse (Elle Fanning), una inocente adolescente de 16 años que estando sola en el mundo después de no tener a sus padres, o al menos eso es lo que nos dice, se enrumba a probar suerte en las pasarelas, pero sin conocimiento alguno sobre las bestias hambrientas de juventud que rondan la férrea competencia de ser la más bella, la más dócil, la más plástica.
Son esas bestias corroídas de envidia las que le harán el camino imposible para que no llegue a triunfar y pasar encima de ellas, porque, según su forma de ver el mundo, es injusto que una chica «de campo» venga a quitarles el puesto cuando todo lo que ella posee es natural, teniendo la dicha de haber nacido hermosa por naturaleza, sin necesidad de maquillaje o cirugías.
En medio de esto Jesse conoce a la «dulce» Ruby (Jena Malone), quien se muestra servicial y con disposición de ayudar/guiar a esta «chica nueva» por caminos que podrían resultarle abrumadores, como una fiesta en donde vemos a una mujer levitando con bondage en su cuerpo, así como ayudándola en su primer sesión fotográfica con un artista que le resalta su esencia de una hermosura que asemeja niveles divinos.
Por otro lado vemos un aspecto más rústico y perverso en el motel donde se hospeda Jesse, con un administrador de tendencias violentas y abusadoras de nombre Hank (Keanu Reeves), el cual mira a las niñas y adolescentes como solamente presas.
De ahí la historia toma otra forma y más que nada en el último tercio del filme, pero es mejor que cada espectador lo descubra por su cuenta, solo puedo decir que situaciones como las que planteo quedan implícitas en pocos diálogos y muchos espacios de silencio y contemplación.
Aquí el surrealismo y la fantasía se difumina a lo largo de la producción, todo esto representado de forma impecable a nivel visual, haciendo homenaje a una gran cantidad de directores y producciones de diferentes épocas de la historia del cine, incluso honrando conceptos metafísicos que van más allá de mi comprensión, pero que sin duda están ahí presentes y que son hipnotizantes, cautivadores y sobre todo, provocadores.
El apartado musical es una parte esencial del filme, ya que las imágenes aún con todos los elogios que puedan tener no serían nada sin la musicalización y ambientación generada por Cliff Martínez, con uso de sintetizadores que marchan según la intensidad de la escena, llevando de la mano al espectador a inmiscuirse más y más en este espacio lleno de escarcha, pintura, vidrios, prismas, lujos y arrebatos salvajes.
El estilo provocador de Refn se ganó abucheos en la presentación que tuvo en el Festival de Cannes 2016, por gente que salió «asqueada» por escenas de necrofilia, duchas calientes con sangre y algo de canibalismo, aunque no del todo grotesco debido al majestuoso estilo y manejo de la fotografía, que vuelve todo en un espectáculo que transforma lo obsceno en arte, lo putrefacto en vida y color.
The Neon Demon es una película para digerir lentamente y con la mente abierta, difícilmente llegue a gustar tanto como Drive porque es una producción muy poco convencional, llegando en partes a ser cansada por sus largos pasajes de apreciación visual que convierten la historia en algo poco lineal y complicado de darle continuidad, incluso para distinguir realidad de fantasía, pero aún así el nivel de encanto y asombro que genera ya la hace merecedora de ser vista por cualquier persona que guste del cine, sobre todo de aquel que rompe esquemas tradicionales.
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