Luego de la sacudida que le hicieron a la FIFA, o más bien la mayor «organización sin fines de lucro» en el mundo, con respecto a casos de sobornos, corrupción, lavado de dinero etc., se han ventilado muchos candidatos para suplir al presidente actual Joseph Blatter, entre ellos el astro del fútbol Diego Armando Maradona según informó a través de la cadena Telesur.
Diego es alguien que a través de los años ha sido fuertemente criticado por su pasado complicado y por no contenerse nada de lo que piensa, además que no le perdonan que sea un amigo de los dirigentes de izquierda en Latinoamérica, quienes en conjunto condenan todos los tipos de falsedades, corrupción y total falta de ética hacia el fútbol por parte de la FIFA.
Habría que ver si El Pelusa tiene la capacidad para hacerse a cargo de semejante peso que conlleva la mayor instancia organizativa del fútbol mundial, por que a pesar de sus buenas ideas y sentimientos, la formalidad y protocolo que deben de seguirse como presidente de una organización tan burocrática como la FIFA es algo de un alto nivel de compromiso y visión.
Con esto no digo que los estatutos están para no ser transformados según la necesidad y el bien del deporte rey, pero sí debe haber una estructura a la cual se le debe dar el respeto mínimo para que no todo se vuelva en un caos, en otro caos.
Otro punto a tomar en cuenta es que hablando de una institución tan grande, que el dinero que maneja es mucho más grande que el PIB de varios países, pueda ser dirigida por un hombre de ala progresista, crítico hacia el país que descubrió todo el cúmulo de inmundicia dentro de la FIFA, quienes se visten de «héroes de la pureza y verdad» y que tienen el nombre de Estados Unidos.
El hecho que sea el Fisco de los gringos los principales «preocupados» por la corrupción en el fútbol no es de gratis, obviamente tienen intereses altos de por medio y ya tendrán todo un engranaje de cómo recibir todos los dividendos que por años no han percibido del soccer (a como ellos le dicen al fútbol) y que para mí marca la única intención de «alborotar el mosquero» dentro de esta ahora debilitada institución.
Por otro lado, Maradona estuvo dirigiendo a la Argentina en el Mundial Sudáfrica 2010, en donde no tuvo una actuación brillante y se metió a clavos con la prensa de este país, al menos con los diarios que buscaban sacarlo de sus casillas para hacer portadas y vender más. Hay que reconocerle que logró clasificar a la selección albiceleste en la etapa final de unas eliminatorias difíciles.
Aún así, ese tipo de actitudes no deberían ser un «arrebato común» que se le salga a Maradona si llegara a ser presidente, por que lo terminaría perjudicando más a él que al propio fútbol que tanto ama, que tanto amamos.
La mayor organización del fútbol necesita un cambio rotundo y Diego Armando Maradona es hasta cierta medida capaz de eso. Puede generar una atención especial a programas de desarrollo de fútbol más equitativos y de un impulso enfocado en Latinoamérica, pero no es solamente corazón lo que se necesita en la dirección de una institución futbolística, también se necesita táctica, estrategias, planes a futuro y muchos más elementos que quizás pueda desarrollarlo con el tiempo.
En lo particular me gustaría ver a Maradona en un puesto de embajador de la FIFA más que como su máxima figura de poder. No creo le falte capacidad pero su carácter le puede jugar una mala pasada, considerando la cantidad de enemigos y detractores que harán que su paciencia se le agote rápido.
La verdad es que cualquier cambio vendrá a refrescar esta organización después de este escándalo que ha empañado aún más este deporte, que año tras año se ve envuelto en casos de corrupción por todo el mundo. El fútbol necesita enfocarse en mejorar el espectáculo deportivo y ayudar a los jugadores a poder alcanzar su más alto rendimiento, con una equidad de oportunidades que permitan una inclusión masiva de todas las partes.
Ojalá que si Maradona llega a ser presidente de la FIFA tenga la visión clara de los cambios necesarios y se disponga a trabajar de una forma adecuada y siguiendo los pasos correctos, por que si se apresurara a tomar decisiones sin antes valorarlas a profundidad terminaría en un fracaso total.
Rafael Lechado Cruz