¿Será que Dios es sordo?

Este debate es amplísimo; no así los tímpanos y la tranquilidad del padre de familia que llega cansado a su casa después de largas 8 y hasta más horas de trabajo. De la madre que también “se parte el lomo” y posiblemente tenga labores más pesadas en una oficina, en un conserjería, en una escuela o en un hospital.

O simplemente jóvenes que empiezan su trayectoria en el mundo laboral y que se llenan de estrés por sus nuevas experiencias y lo que a veces quieren es solamente dormir, ver televisión… descansar, aunque no sea el caso de todos.

Pero a veces no es posible porque muchas cosas pueden interrumpir esos momentos de sosiego; y uno de ellos es un templo evangélico ubicado a un par de casas de la suya o quizás solamente se tomaron una calle y decidieron hacer ahí su culto; liberando al ambiente decenas de cánticos con tanto volumen que uno no puede diferenciar si se trata de alguna cantina o de una iglesia. Y me refiero al potente ruido que producen.

El Diccionario de la Real Academia Española define “Vecindad” como el conjunto de personas que viven en una población o en parte de ella. Pero también define “Mala vecindad” como ser molesto o perjudicial a los vecinos.

Y en Nicaragua se da este segundo concepto, lo que nos hace pensar ¿será que Dios es sordo?

Porque las alabanzas, lamentablemente, resultan molestas para el que quiere descansar y relajarse después de sus jornadas intensas de trabajo. Sucediendo lo mismo con las cantinas que pasan casi todos los días con su música de altísimos decibeles haciendo que la noche se convierta en un festival de borrachos cantando sin ninguna aproximación a la afinación y armando pleitos siempre al final de la fiesta.

El periodista Omar García menciona que los afectados deben tomar cartas en el asunto: “Deben pasar la denuncia por escrito, para que manden un Inspector; si la Alcaldía no hace nada, hay que ir a la Oficina de Procuraduría Ambiental de la PGR. Pero tienen primero que agotar ese caso con la Alcaldía y también deben hablar con el Pastor o los encargados de esa Iglesia”.

Adolfo Pastrán, otro comunicador, dice que “la opinión de los vecinos es importante. Orar, pues todo el mundo tiene derecho, pero hay límites con los derechos de los demás. Ese ruido se debe a que hay un crecimiento exponencial de las iglesias evangélicas”.

En la Ley Especial de Delitos contra el Medio Ambiente y los Recursos Naturales, aprobada hace un par de años por la Asamblea Nacional, en su Capítulo II, Delitos contra el ambiente, se sanciona con multas de 5 mil a 20 mil córdobas al que luego de dos advertencias de la municipalidad continúe provocando daños a la salud o perturbando la tranquilidad y descanso diurno y nocturno de los vecinos.

Las campañas evangelísticas masivas realizadas al aire libre en plazas, parques y calles requerirán autorización municipal y policial, exceptuando las actividades de las congregaciones dentro de sus templos.

La ley habla de que el ruido provocado por los cultos no debe superar los decibeles establecidos por la autoridad y de las normas de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Pero; ¿cómo alguien va a medir los decibeles que produce un grupo de 20 personas que para colmo no tienen ni la mínima afinación para que al menos el ruido no sea tan perturbador? Ahí tendría que haber una revisión de esa norma pues la tranquilidad tampoco se pude medir.

No hay que confundir las cosas, sin embargo “El respeto al derecho ajeno es la paz”; como dijo el mexicano Benito Juárez. Por ello hay que comprender que estas personas simplemente quieren alabar a Dios. Es totalmente entendible; pero que lo hagan sin que otras pierdan la paciencia por ello.

Alguna vez escuché a alguien decir que “no importa la desafinación; que Dios ama a sus hijos y le gusta escucharlos alabarle”. Pero Dios tiene más hijos, otros que quieren descansar y que no por no ser evangélicos van a dejar de ir al cielo cuando mueran.

Todos somos iguales y tenemos los mismos derechos y es demasiado triste que por alabar a Dios estemos haciendo enemigos en nuestros propios barrios, vecindades, comunidades, etc.

La iglesia evangélica debe concentrarse y llegar a una solución porque nada bueno deja para su imagen que los reclamos de los vecinos sigan desvirtuando su propósito de enseñarle a todos las bondades que se dan en la vida cuando se decide doblar rodillas.

Erick Ruiz José

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