Clayton Kershaw volvió a la cueva y se sentó, tras una de las peores actuaciones de su carrera en las mayores. En un instante, la delantera de los Dodgers se había esfumado, y el as hundió la cabeza entre sus manos.
En el primer juego, la brillante actuación de Kershaw trajo reminiscencias de leyendas como Sandy Koufax, Don Drysdale u Orel Hershiser. En el quinto, sus penurias se asemejaron más bien a las que pasó Jason Schmidt a comienzos de este siglo en el Clásico de Otoño.
De Kershaw, se esperaba que dominara a los Astros de Houston y colocara a los Dodgers a una victoria de conquistar la Serie Mundial, algo que Los Ángeles no consigue desde 1988.
En vez de ello, el as vio concluida su labor en el quinto acto. El juego se volvió una locura después, y los Astros terminaron imponiéndose el domingo por 13-12 en 10 innings.
“Simplemente perdí el control un poco en ese cuarto inning”, dijo Kershaw, en el silencio del clubhouse. “Y sí, eso fue todo lo que hizo falta”.
Ahora, los Dodgers vuelven a casa, con una desventaja de 3-2.
Tres veces galardonado con el Cy Young y cinco veces campeón de efectividad en la Liga Nacional, Kershaw podría ser elegido como miembro del Salón de la Fama desde la primera ocasión en que sea votado. El zurdo de 29 años confiaba en que este octubre le deparara el mayor logro de su carrera: un anillo que lo reivindicara tras todas las desazones vividas en playoffs anteriores.
Con una delantera de 4-0, Kershaw permitió que Houston empatara en el cuarto acto, mediante un boleto a George Springer, un sencillo del venezolano José Altuve, un doble productor del boricua Carlos Correa y un jonrón del cubano Yuli Gurriel, por todo el jardín izquierdo, que produjo tres carreras.
“Pienso en algunos lanzamientos que me gustaría haber hecho de manera diferente. Desde luego, no quiero que Srpinger comience un inning”, dijo Kershaw. “Altuve conectó un lanzamiento bueno, pero luego Correa bateó otro que no debí hacer. No obstante, fue un lanzamiento alejado del plato. Él hizo un buen trabajo”.
Kershaw toleró 27 jonrones durante la temporada regular, siete más que la peor marca anterior en su carrera. El cañonazo de Gurriel fue el octavo vuelacerca recibido por Kershaw en la postemporada, la mayor cifra de cualquier pitcher.