Un año y cinco días han pasado desde la última vez que José Fernández se montó en la lomita, nunca imaginó que sería su adiós del beisbol. Mucho menos imaginó que hace exactamente un año, hoy, se despediría, además, de su vida.
La mañana del 25 de septiembre de 2016 los seguidores del beisbol despertaron con la lamentable noticia de que, tras un accidente de lancha mientras navegaba con otros dos amigos frente a las costas de Miami Beach, perdería la vida el inminente serpentinero cubano, cuando apenas había cumplido, menos de dos meses antes, 24 años.
Fernández, en la corta historia de su carrera como pelotero profesional, disputó un total de cuatro temporadas en Grandes Ligas, todas ellas con los Marlins de Miami, en las que acumuló una efectividad de por vida de 2.58, en 471.1 innings lanzados, permitió 357 imparables, entre ellos apenas 31 cuadrangulares, 150 carreras, otorgó 140 boletos y ponchó a 589 bateadores. Además, dejó un récord positivo de 38 victorias y apenas 17 derrotas, en un total de 76 aperturas.
En su última campaña, el derecho mostró números fascinantes, que dejaban entrever que estaba en camino a consagrar su carrera como uno de los más grandes lanzadores de la gran carpa, sin embargo, el destino acabó con toda proyección.
En los 29 juegos que lanzó en 2016 se adjudicó el triunfo en 16 y apenas salió derrotado en ocho. Su último partido fue, sin duda, una grandiosa despedida para su público del Marlins Park: lanzó ocho innings completos, su estancia más larga en el morro de la campaña, apenas le conectaron tres hits, no permitió carreras, ni otorgó boletos, pero sí ponchó a un total de 12 contrarios, de esta manera, se despidió del encuentro con los aplausos de los fanáticos asistentes aquel 20 de septiembre, en un duelo de pitcheo ante su rival Tanner Roark de los Nacionales de Washington, quien recibió la única rayita del encuentro.
Hoy por hoy, los Marlins recuerdan a José Fernández en sus redes sociales con una imagen en la que se ve proyectada su expresiva sonrisa, acompañada de la frase: “Siempre en nuestros corazones”. Vuela alto, José.