Luis Scola comienza cada día con el mismo deseo.
El capitán de Argentina está a punto de disputar sus quintos Juegos Olímpicos, en tres décadas diferentes. Hay deportistas en Tokio 2020 que no habían ni nacido — de hecho a uno le quedaban cinco años para hacerlo — cuando Scola ganó la medalla de oro en Atenas hace 17 años.
Sí, lleva un tiempo en este deporte. Y ahí está la génesis de su deseo diario.
“Por el amor de Dios, por favor, por favor, por favor — esto es lo que me digo a mi mismo todas las mañanas frente al espejo — por favor, que no parezca viejo”, dijo Scola. “Eso es todo lo que quiero”.
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Ahora tiene algunas canas y no corre tan rápido ni salta tan alto como antes. Pero sobre la cancha, el juego de Scola, a sus 41 años, sigue siendo efectivo, tanto que es posiblemente la ficha más vital de las esperanzas de medalla de Argentina en Tokio.
Scola y Argentina debutan el lunes contra Eslovenia. Después se medirán a España y a Japón en la fase de grupos.
Se le puede definir como el entrenador dentro de la cancha, el sagaz vetearno que lo ha visto casi todo, el mentor de los jóvenes, el ejemplo de cómo jugar y entrenar. Además, todavía es el jugador al que recurrir en los grandes momentos, con una función que va más allá de lo ceremonial.
“Puede que sea mayor que yo”, señaló el entrenador de Nigeria, Mike Brown.
Están cerca, pero no tanto. Brown bromeaba: él tiene 51, 10 años más que Scola.
“Él se ve mejor”, afirmó Brown. “No tiene la barriga que tengo yo, pero se ve mejor que yo. A los 41, 42 años, tenga la edad que tenga, sigue siendo un jugador fenomenal. Ver a estos chicos en video, simplemente lo hace todo bien. No la mayoría de las cosas, lo hace todo bien”.
Scola — entonces con una melena larga en vez del pelo corto que lleva ahora — era el jugador más joven de la selección argentina que ganó el campeonato mundial de 2002, la actual Copa del Mundo de Básquetbol.
Pero en 2021, la historia es muy distinta.
Tiene 10 años más que el siguiente más mayor del equipo, Nicolás Laprovittola, con apenas 31. Dos de sus compañeros, Leandro Balmoro y Francisco Cafforo, tenían cuatro años cuando se ganó el oro en Atenas 2004.
Y el nivel de respeto que Scola, que pasó 10 temporadas en la NBA, sigue imponiendo a todos los implicados en el deporte es claro. Durante uno de los partidos de preparación de Argentina, una vez el entrenador Sergio Hernández terminó con lo que estaba diciendo durante una pausa, Scola llamó a los otros cuatro jugadores que estaban sobre la cancha en ese momento, los reunió en un semicírculo ante él y les habló durante un minuto más sobre lo que se necesitaba exactamente en ese momento.