Ahora se sabe que el experimentó funcionó.
La gran interrogante para estas fechas el año pasado era si Golden State podría conservar su buena química cuando incorporara a Kevin Durant al plantel. Muchos se preguntaban cómo sería la distribución de tiros, quién se encargaría de tener el balón en los momentos decisivos, y cuál sería la relación entre durante y Stephen Curry.
La respuesta llegó en junio, cuando los Warriors levantaron su segundo trofeo de campeones de la NBA en los tres últimos años.
Cuando se aproxima otra temporada, la Conferencia del Oeste vuelve a estar repleta de equipos competitivos, y Golden State es la selección casi unánime para terminar en la cima.
“Nuestros jugadores no son para nada egoístas, tampoco están celosos del éxito de los demás ni van a armar un escándalo si realizan cinco tiros en un partido y 15 en el siguiente”, afirmó Curry. “Siempre y cuando ganemos”.
No será nada fácil esta temporada, y los Warriors están listos para encarar ese reto.
Houston apostó todas sus fichas al renunciar a siete jugadores, una selección de primera ronda del draft y dinero para adquirir al estelar base Chris Paul de los Clippers, y juntarlo con James Harden en una de las duplas más explosivas de la liga, capaz de jugarle de tú a tú a Curry y Klay Thompson. Oklahoma City tiene al jugador más valioso Russell Westbrook, además de dos nuevos compañeros de alto calibre, Paul George y Carmelo Anthony.
Golden State permaneció casi intacto, y por buenos motivos. Se trata de un equipo casi invencible en los tres últimos años, y no hay razones para cambiar esa fórmula.
“Es de locos”, dijo Thompson. “El Oeste es más difícil todavía. Pero será divertido”.