Colombia ha amanecido con los fantasmas de la guerra que vivió durante medio siglo. Dos policías y un hombre que al parecer transportaba una carga de explosivos murieron de madrugada en el aeropuerto de Cúcuta, una ciudad colombiana en la frontera con Venezuela.
La secuencia de hechos todavía resulta confusa, pero las primeras hipótesis apuntan a que un atacante, que el Gobierno ha tildado de terrorista; llevaba consigo los explosivos en el momento de la detonación.
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El hombre murió en el instante. Dos policías expertos en desactivar artefactos se acercaron a comprobar lo que había ocurrido y sufrieron el impacto de una nueva explosión.
Los cabos sueltos todavía son muchos. En el momento del ataque estaba a punto de despegar un vuelo a Panamá. Las viviendas de los alrededores del aeropuerto se han visto afectadas por las detonaciones.
El gobernador de la zona, Silvano Serrano, explicó que dos personas accedieron a la terminal con explosivos. En la huida, se supone que tras la primera explosión, dejaron atrás la carga, oculta en una maleta, que más tarde se encontraron los dos policías.
No es el primer atentado que registra Cúcuta este año. En junio, un coche bomba explotó en un cantón militar. 34 soldados y dos civiles resultaron heridos.
Investigación en Cúcuta
El suceso siempre estuvo rodeado de misterio. Las disidencias de las FARC, las que no se acogieron al proceso de paz en 2016 y siguen ocultas en el monte subsistiendo con el tráfico de drogas y otras actividades ilegales; reivindicaron estos ataques. Por ahora no se han pronunciado respecto al de este martes.
Cúcuta es la capital de Norte de Santander, sobre la porosa frontera de más de 2.200 kilómetros con Venezuela. Se trata de uno de los departamentos más golpeados por el conflicto armado que Colombia busca dejar atrás desde hace más cuatro años; cuando selló los acuerdos con las FARC, hoy desarmadas y convertidas en un partido político.
Los niveles de violencia se han desplomado desde la firma de la paz. Sin embargo persisten focos de conflicto en lugares remotos, donde la presencia del Estado todavía es muy débil.