En Colonia Liebig, noreste de Argentina, sus más de 4.000 habitantes dependen de la cooperativa agrícola de yerba mate fundada un siglo atrás por colonos alemanes; pero la sequía mató a sus yerbales y tras batir récords productivos en 2021 se avecina un desplome.
«Las plantas están marchitas, el 60% está muerto, las pérdidas son millonarias y seguimos cayendo, todavía no tocamos fondo. La situación es de desastre total», resume para la AFP Orlando Stvass, vicepresidente de la Cooperativa Agrícola Liebig, productora de la marca Playadito, líder en ventas en el país sudamericano.
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En los yerbales de Colonia Liebig las plantas, usualmente de un verde profundo, son un mar marrón de arbustos secos. «Se quemaron como en un horno», refiere el ingeniero agrónomo Alberto Müller mientras recorre la plantación para mensurar daños.
Liebig, en el norte de Corrientes, conforma junto a la provincia de Misiones la única región argentina apta para el cultivo de yerba mate con cuyas hojas se prepara la tradicional infusión y se exporta a Siria, China, Chile, Líbano, Estados Unidos y España, entre otros destinos.
El golpe a los productores llegará al consumidor recién en 2023 porque la yerba mate requiere unos 10 meses de estacionamiento previo a su envasado.
😢😰🥵 Desgarrador testimonio de productores del norte: "las plantas de yerba se están muriendo"🙏🏽
📍Corrientes – Cooperativa Agrícola de la Colonia Liebig.
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— CONINAGRO (@CONINAGRO) January 27, 2022
Cosecha de yerba seca
La yerba mate requiere suelos ricos en hierro y clima subtropical sin estación seca. Pero en la zona productora argentina hace más de tres meses que no llueve, las temperaturas son inusualmente altas y se vive bajo amenaza de los incendios que arrasaron 10% de la superficie de Corrientes.
La región soporta la peor sequía desde 1944.
«Venimos con un déficit hídrico importante acentuado en los últimos tres meses por altas temperaturas de hasta 45 grados centígrados, 4 o 5 grados por encima de la media», explica Müller.
Cada abril empieza el pico de la cosecha, pero este año no hay hojas en Liebig para recolectar.
«Todavía no podemos medir la magnitud del problema social. El 90% de la cosecha se hace manualmente y esa gente va a quedar sin trabajo. No sé qué vamos a hacer», dice Stvass.
Sólo en Liebig involucra a un millar de trabajadores en forma directa, pero otros miles serán afectados.
Pérdidas millonarias
«La sequía arruinó una década de investigación y desarrollo, el tiempo que le toma a la planta alcanzar su máximo productivo», apunta Müller.
En Liebig «los lotes están secos y perdieron todas sus hojas. La mayoría de las plantas están muertas, ya no las recuperamos con lluvia», reporta Müller.
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La sequía compromete además la recolección de semillas y el ‘blend’ (la mezcla) de cada productor.
La producción argentina tuvo en 2021 el mejor rendimiento de los últimos cinco años con un récord de 882 millones de kilos, un salto del 8,5% respecto a 2020 y de casi 28% respecto a 2017.
En los últimos dos años Argentina importó yerba de Brasil para satisfacer la creciente demanda interna y mantener su expansión internacional, principalmente en países árabes donde la infusión ingresó llevada por el retorno de inmigrantes sirios que habían venido a Argentina en el siglo pasado.