La última hablante nativa de yagán, Cristina Calderón, murió este miércoles a los 93 años, llevándose consigo el idioma de sus antepasados.
Conocida como la «abuela Cristina», era también considerada la guardiana de una cultura que en el último siglo se fue desvaneciendo producto de la ocupación chilena de la región de Magallanes.
Los yaganes solían poblar los archipiélagos del extremo sur americano, por la costa meridional de Tierra del Fuego y entre el canal Beagle y el Cabo de Hornos.
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Calderón —reconocida como un «tesoro humano vivo» por el Consejo de Cultura y las Artes de Chile—, vivía en Villa Ukika, en isla Navarino; el sitio donde se instalaron los yaganes a partir de los años sesenta.
La mujer era una activa miembro de la comunidad. De acuerdo con medios locales, siempre se le veía trabajando en la elaboración de cestas yagán, para lo que se utiliza fibra vegetal (junco) y una técnica ancestral que se transmitió de generación en generación.
La última hablante del yagán dejó siete hijos y 14 nietos, pero para ninguno de ellos el yagán es su lengua materna.
Una de sus hijas, Lidia González Calderón, es una de las integrantes de la Convención Constituyente que en estos momentos redactan la nueva Constitución chilena.
«Es una noticia triste para los yagán«, dijo al anunciar la muerte de su madre por su cuenta de Twitter.
«Madre, para los yagán, tu partida genera un vacío irremplazable desde lo cultural, humano y afectivo. Y nos plantea la tarea de preservar tu memoria y con ella la de nuestro pueblo», agregó.
¿Cómo era el idioma yagán?
Hace décadas que el yagán era considerado un idioma en vías de extinción.
Era una lengua «aislada» o «no clasificada», es decir, que no forma parte de una familia lingüística ni tiene vínculos con ninguna otra lengua viva (como sí lo tiene, por ejemplo, el español, procedente del latín y parte de las lenguas romances).
Al ser «aislada» es más difícil descubrir el origen de sus palabras, su estructura o su gramática.
Según el Museo Chileno de Arte Precolombino, su vocabulario está relacionado con la naturaleza austral, «usando palabras distintas para casos que en español se usa un adjetivo calificativo, sobre todo en lo referente a especies de flora y fauna».
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Con el mestizaje y la colonización, el idioma se fue perdiendo poco a poco.
En las últimas décadas, quedaban unos pocos exponentes del lenguaje, todos de avanzada edad.
La hermana de Cristina Calderón, Úrsula, murió en 2003. En ese momento, la «abuela Cristina» señaló que se había quedado sola y que no tendría con quien hablar.
La mujer, entonces, se empeñó en conservar y transmitir todo lo que sabía de su idioma y cultura, creando un diccionario del yagán al español.
Y ahora, con su muerte, eso es lo que quedará de la lengua más austral del mundo.
Por bbc.com