A 41 años del asesinato de Óscar Arnulfo Romero, defensor del pueblo pobre

El presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Nicolás Maduro Moros rememoró este miércoles los 41 años del asesinato de Óscar Arnulfo Romero

Mediante sus cuentas en las redes sociales, el jefe de Estado manifestó que Óscar Arnulfo Romero es un “hijo de Dios que promovió los valores de Cristo, luchando por la justicia de los oprimidos y humildes. San Romero guía las batallas de los que apostamos con fe por un mundo mejor”.

 

El padre Óscar Arnulfo Romero nació el 15 de agosto 1917, en la Ciudad Barrios, departamento de San Miguel, El Salvador.

Su familia, de origen humilde y modesto, estaba constituida por su padre, Santos, su madre, Guadalupe, y sus siete hermanos.

Monseñor Romero se caracterizó por ser un incansable luchador de los Derechos Humanos, asimismo abrió las puertas de la Iglesia a los campesinos desplazados y condenó la represión del Ejército durante la guerra civil salvadoreña (1980-1992).  A lo largo de su vida se encargó de denunciar la violencia militar, razón por la que fue asesinado.

 

Vivió en el colegio Pío Latinoamericano (casa que alberga a estudiantes de Latinoamérica), hasta 1942, luego de haber sido ordenado sacerdote en abril de ese año con tan solo 24 años de edad.

En 1943, San Romero comenzó a ejercer como párroco de la ciudad de Anamorós, en La Unión; más adelante, fue enviado a la ciudad de San Miguel donde sirvió como párroco en la Catedral de Nuestra Señora de La Paz y como secretario del Obispo diocesano, monseñor Miguel Ángel Machado.

Posteriormente, fue nombrado secretario de la Conferencia Episcopal de El Salvador, en 1968. El 21 de abril de 1970, el papa Pablo VI lo designó Obispo Auxiliar de San Salvador, recibiendo la consagración episcopal el 21 de junio de 1970.

El domingo 23 de marzo de 1980, San Romero pronunció su última homilía, la que fue considerada como una sentencia de muerte, debido a la fuerte denuncia que realizó: “En nombre de Dios y de este pueblo sufrido… les pido, les ruego, les ordeno en nombre de Dios, cese la represión”, urgió.

 

Un día después, el 24 de marzo, el santo fue asesinado por un disparo en la cabeza, mientras oficiaba la Eucaristía en la Capilla del Hospital La Divina Providencia en la capital salvadoreña.

Murió a manos de un francotirador que formaba parte de los escuadrones de la muerte de ultraderecha, financiados por la estadounidense Agencia Central de Inteligencia (CIA). 

Sus funerales, llevados a cabo el 30 de marzo, fueron escenario de una manifestación popular, a la que acudieron campesinos, obreros, estudiantes, hombres, niños y las mujeres de los cantones.

El camino hacia la canonización de Romero

El 13 de mayo de 2015, San Romero fue beatificado por el papa Francisco, al reconocerse que fue asesinado "in odium fidei" (en odio por su fe), mientras oficiaba una misa. 

La beatificación del santo de América representó un acto de justicia, no solo para la comunidad católica, sino para todos los salvadoreños, ya que se reivindicó la memoria histórica del país.

En 2017, el papa Francisco firmó los decretos que permitían la canonización de San Romero.

Estos decretos reconocen el milagro atribuido a la intercesión del santo, el que fue la curación de un cáncer incurable de una persona, sin explicación médica.

Monseñor Romero fue hecho santo por la Iglesia Católica el 14 de octubre de 2018.