Hacía pocos días que Chiara Páez había cumplido los 14 años. El 11 de mayo por la madrugada desapareció y los vecinos de la localidad argentina de Rufino se organizaron para buscarla.
Entre ellos, también lo hizo el joven de 16 años que era su novio. A las veinte horas la encontraron muerta y enterrada en el fondo de la casa del menor. Este crimen movilizó la primera marcha de Ni una menos.
A cinco años de este hecho, los femicidios adolescentes no se detienen y ya se registraron cerca de 150 crímenes de jóvenes mujeres.
Entre el 2015 y el 30 de mayo último se contabilizaron, al menos, 146 femicidios adolescentes de chicas de entre los 13 y los 18 años según un informe realizado por la ong La Casa del Encuentro para PERFIL.
Lo que representa en promedio de unos 29 crímenes de género por año.
Ley de Educación Sexual Integral
“En general en los femicidios de adolescentes el agresor es quien tenía o había tenido un vínculo con la víctima. Pero, generalmente, también es un adolescente”, explicó Ada Rico presidenta de la asociación.
"Estos femicidios nos interpelan como sociedad porque como dije, en la mayoría de los casos, el agresor también es un adolescente y entonces surge la pregunta: ¿de qué manera trabajar con los noviazgos adolescentes para descender este índice?
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Es imprescindible que la Ley de Educación Sexual Integral se trabaje en todas las escuelas, para poder lograr un real cambio de paradigmas”.
Chiara estaba embarazada de tres meses. Se lo había contado a su mamá Verónica, pero también le relató que su novio quería que abortara. Manuel Mansilla el 11 de mayo de 2115 llamó a Verónica y le dijo que no sabía nada de Chiara, que la había dejado en una esquina porque discutieron y que no la vio más.