Con el título "Odio al indio", Álvaro García Linera denuncia hoy en un artículo el carácter racista de los grupos de poder económico contra los pueblos originarios de Bolivia.
Publicado en el diario mexicano La Jornada bajo la firma "Álvaro García Linera, vicepresidente de Bolivia en el exilio", describe como el odio luego de las pasadas elecciones donde resultó ganador Evo Morales, recorre vorazmente los barrios de las clases medias urbanas tradicionales del país.
Revela que esas personas "salen a la caza de indios alzados que se atrevieron a quitarles el poder" y las mujeres con polleras (trajes típicos) son sus víctimas preferidas.
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En el caso de Santa Cruz, 546 kilómetros al este de La Paz, organizan hordas motorizadas con garrote en mano para escarmentar a los indios a los cuales llaman collas, puntualiza y cantan consignas para instar a matarlos y de igual forma en Cochabamba conforman convoyes para imponer la supremacía racial, recoge Prensa Latina
Recordó los vejámenes a la alcaldesa Patricia Arce, miembro del Movimiento al Socialismo (MAS).
Detalló que en La Paz también desprecian a las mujeres indígenas aunque les temen y de esa misma forma insultan a Evo Morales y en él a todos los indios que osaron construir democracia intercultural con igualdad.
Aseguró que tal envalentonamiento es cuando están en grupo y entonces es cuando se atreven a arrastrar "la wiphala, la bandera indígena, la escupen, la pisan la cortan, la queman".
Para García Linera se trata de "una rabia visceral que se descarga sobre este símbolo al que quisieran extinguir de la tierra junto con todos los que se reconocen en ella". Recordó que todo explotó el domingo 20 de octubre "cuando Evo Morales ganó las elecciones con más de 10 puntos, pero ya no con la inmensa ventaja de antes ni el 51 por ciento de los votos" y el perdedor (Carlos Mesa) no reconoció su derrota.
"Esa fue la señal que esperaban las fuerzas regresivas, las ultraconservadoras, la Organización de Estados Americanos (OEA) y la clase media tradicional", dijo.
"La OEA habló de elecciones limpias, pero de una victoria menguada y pidió segunda vuelta, aconsejando ir contra la constitución que señala que si un candidato tiene más de 40 por ciento de los votos y más de 10 puntos de diferencia sobre el segundo es el candidato electo", afirmó.
Ante esa petición del organismo regional, la clase media se lanzó a la cacería de los indios, comenzaron a quemar órganos electorales, papeletas de sufragio y en Santa Cruz decretaron paro cívico y se desató el terror, narró.
Bandas paramilitares comenzaron a asediar instituciones, a quemar sedes sindicales, a incendiar los domicilios de candidatos y líderes políticos del MAS, y secuestraron y amenazaron a sus familiares e hijos de ser flagelados y quemados si su padre ministro o dirigente sindical no renunciaba a su cargo, añadió.
Entonces, cuando las fuerzas populares movilizadas para resistir el golpe civil comenzaron a retomar el control junto a obreros, mineros, campesinos, indígenas y pobladores urbanos y el balance de la correlación de fuerzas se inclinaba a las fuerzas populares, vino el motín policial, recordó.
Los policías habían mostrado durante semanas una indolencia e ineptitud para proteger a la gente humilde cuando eran golpeados y perseguidos por bandas fascistoides, pero luego, con el desconocimiento del mando civil, muchos de ellos comenzaron a agredir, detener, torturar y matar a manifestantes populares. Lo mismo sucedió con las Fuerzas Armadas, comentó.
"Durante toda nuestra gestión de gobierno nunca permitimos que salieran a reprimir manifestaciones civiles, ni aún durante el primer golpe de Estado cívico de 2008", recordó.
En ese contexto impusieron al presidente Evo su renuncia, lo cual rompía el orden constitucional, agregó.
"Hicieron lo posible para intentar secuestrarlo cuando se dirigía y estaba en el Chapare; y cuando se consumó el golpe, salieron a las calles a disparar miles de balas, a militarizar las ciudades, a asesinar a campesinos", pormenorizó.
Para García Linera, el rechazo a la igualdad y a los fundamentos mismos de una democracia sustancial, llevó a la clase media tradicional a incubar ese odio y resentimiento hacia el pueblo y a abrazar un fascismo centrado en el indio como enemigo.
Durante los 14 años de gobierno de Evo Morales, los movimientos sociales tuvieron como principal característica el proceso de igualación social, reducción abrupta de la extrema pobreza (de 38 a 15 por ciento), ampliación de derechos para todos.
Además, más del 50 por ciento de los funcionarios de la administración pública tenían una identidad indígena.
También en esa etapa se redujeron las desigualdades (caída de 130 a 45 la diferencia de ingresos entre los más ricos y los más pobres), la economía creció de nueve mil millones de dólares a 42 mil millones, se amplió el mercado y el ahorro interno lo cual permitió a mucha gente tener su casa propia y mejorar su vida laboral.
Todo eso desbordó el odio, el derroche de violencia, "porque la supremacía racial es algo que no se racionaliza; se vive como impulso primario del cuerpo, como tatuaje de la historia colonial en la piel", enfatizó.
García Linera asegura en su artículo que el odio racial no es más que una primitiva venganza de una clase histórica y moralmente decadente que demuestra que detrás de cada mediocre liberal se agazapa un consumado golpista.