Guatemala, 1 nov (Prena Latina) Santiago y Sumpango Sacapetéquez cubren hoy sus cielos de coloridos barriletes para perpetuar una tradición guatemalteca que enlaza a los vivos con sus muertos.
Según la cosmovisión maya, este día las almas de los antepasados son liberadas por 24 horas para volver a sus hogares, de ahí que con la salida del sol las familias esparcen flores en las casas y colocan ramilletes en sus ventanas para guiar a las ánimas muertas en el camino de vuelta.
El lazo de comunicación son espectaculares cometas que se construyen casi exclusivamente de bambú y papel de seda con varios meses de anticipación para determinar el tamaño, diseñar los adornos y motivos diferentes.
- Te puede interesar: Guatemaltecos visitan cementerios para recordar a sus muertos
Cada año, los festivales de barriletes de Santiago y Sumpango atraen gran cantidad de turistas que llegan a apreciar el resultado de verdaderas obras de arte, pues sus creadores plasman en sus diseños una reperesentación cultural o social.
Mantenerlos en el aire y a la mayor altura posible, son las aspiraciones de los participantes, quienes muestran su pericia en cada tirón del cordel.
Unos son tan grandes -pueden llegar a medir hasta 15 metros de diámetro-, que esperarán por su calificación en el concurrido concurso, pues ya es todo un éxito mantenerlos en pie con el viento en contra.
Otros más pequeños se elevarán al cielo con notas o telegramas para sus familiares en largas colas de tela tejida.
Esta esperada tradición fue declarada Patrimonio Cultural de Guatemala por el Ministerio de Cultura y Deportes en octubre de 1998 y en el caso de Santiago cumple 120 años este 2019.
El ritual
Se trata de una fiesta muy alegre, con música fuerte, para que los muertos la oigan, mucha comida y bailes típicos. Cada familia lleva al cementerio su papalote y lo ondea en el cielo para contactar a sus muertos. Muchos acuden al lugar con una generosa ración de fiambre, otra costumbre de este día.
Cuando el ritual termina, son quemados para que los difuntos retornen tranquilos a la morada que ahora ocupan. El escritor uruguayo, Eduardo Galeano, supo describir genialmente la esencia de esos volantines:
'Acaba la estación de las lluvias, el tiempo refresca, en la milpas el maíz ya se ofrece a la boca. Y los vecinos del pueblo de Santiago Sacatepéquez, artistas de las cometas, dan los toques finales a sus obras.
'Son todas diferentes, nacidas de muchas manos, las cometas más grandes y más bellas del mundo.
'Cuando amanece el Día de los Muertos, estos inmensos pájaros de plumas de papel se echan a volar y ondulan en el cielo, hasta que rompen las cuerdas que los atan y se pierden allá arriba.
'Aquí abajo, al pie de cada tumba, la gente cuenta a sus muertos los chismes y las novedades del pueblo. Los muertos no contestan. Ellos están gozando esa fiesta de colores que ocurre allá donde las cometas tienen la suerte de ser viento', informó Prensa Latina.