SAN PEDRO TUTULE, La Paz. Resulta curioso que en pleno siglo XXI, en Honduras persista la creencia de amarrarle los dedos a los muertos para encontrar a sus asesinos, dada la impunidad que se registra en la mayoría de homicidios.
Pero en este apartado rincón de Honduras, como que ha dado resultado, pues la muerte de una muchacha y al no encontrar a los que la mataron, su padre optó por amarrarle los dedos de las manos, ahora es que un grupo de jovencitos, según cuentan los pobladores, están como atados al pueblo, pues no pueden salir.
Según es el conocimiento de los pobladores, en una de las fiestas dicembrinas, un grupo de jóvenes estudiantes se reunieron para celebrar, al día siguiente, una de las muchachas amaneció muerta.
Por más que se investigó, las autoridades no pudieron dar con el paradero de las personas que participaron en el crimen, a pesar de ser un pueblo pequeño y en el que se sabe de todos los que allí viven.
- Te puede interesar: Estudiante estadounidense muere cuando nadaba en un hotel de Guatemala
Lejos de querer tener un problemas con los vecinos, el padre de la jovencita recibió la recomendación de amarrarle los dedos pulgares a su hija fallecida y de esa manera, los asesinos no podrán salir de San Pedro Tutule.
Todo marchaba camino al olvido, pero el tema volvió a revivir después de unas graduaciones en el colegio y ya los jóvenes necesitaban ir a Tegucigalpa a matricularse a las universidades. Fue ahí cuando tres de los muchachos dijeron no poder salir del pueblo.
Los pobladores observaron como unos desconocidos llegaron al pueblo en la tarde, estuvieron departiendo un pollo y después compraron unas bebidas embriagantes y se dirigieron pueblo arriba.
Al día siguiente la noticia era que habían profanado unas tumbas y a otras les robaron la cruz y las placas con los epitafios.
La leyenda de amarrar los dedos cobró vida y ahora se señalan a los muchachos de haber dado muerte a su compañera de estudios, quien también hubiese obtenido el título, igual que ellos.
Facinerosos
San Pedro de Tutule es un municipio con una población de 5,181 habitantes, extensión territorial: 103,6 kilómetros cuadrados y cinco aldeas, con una mínima tasa de homicidios.
Sin embargo, sus autoridades han denunciado que facinerosos han profanado tumbas en el cementerio, desenterrando a sus víctimas que tienen amarrados los dedos.
Al respecto, el juez de Policía, Rigoberto López, denunció que en los últimos días, se registró la destrucción de barandales y cruces de tumbas, así como la profanación en una de ellas que dejaron destapada.
“Nosotros desconocemos si venían a buscar un muerto en particular o a saber qué es lo que querían esas personas que sabemos que no son de aquí”, señaló López.
Agregó que “esta tumba que abrieron es de una señora de la comunidad de San Miguel y sacaron unos trapos rosados, como unas toallas y creo que esas personas se equivocaron de tumba”, informó La Tribuna.