Expandillero se vuelve predicador y asegura que ha sido curado de Sida

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“Quería acabar con mi vida cuando me dijeron que tenía sida”, fueron las palabras de Manuel V., un expandillero de la 18 sureños que tras salirse de la estructura criminal se ha convertido en un predicador evangélico. 

Ahora que su vida tiene otro rumbo fue condenado por llevar una porción de marihuana junto a dos imputados más.  

Apenas tenía 16 años de edad cuando estaba en prisión cumpliendo una pena. En ese momento Manuel recuerda que ningún familiar llegó a verlo. Un día de visitas, uno de sus compañeros lo animó para que salieran de su celda "para ver que había”.

Sin saber lo que les esperaba, llegaron a la zona de reunión en donde se encontraban profesionales de la medicina haciendo pruebas de VIH. "Una persona nos dijo que nos hiciéramos el examen, yo no quería al principio, pero después acepté", contó Manuel a El Salvador Times. 

Pasó una semana y a todos sus compañeros les llegó la respuesta en un sobre que decía 'negativo', "pero a mí no me llegó nada”, recordó.

 

El expandillero aseguró que a los 15 días los médicos le mandaron a hablar. Con una voz firme recuerda que el doctor le dijo: “Mira, no te vayas a poner mal, pero te tengo una mala noticia, vos tenes sida”.

Manuel no supo cómo reaccionar, las palabras del médico lo habían dejado en shock y por su mente solamente pasaban las ideas de acabar con su vida, pues para él esa enfermedad significaba la muerte.

Con el tiempo, asimiló la situación y comenzó a tomar los medicamentos que le habían asignado, mismo que dejaban secuelas en su cuerpo. “Sentía todo aguado el cuerpo, no quería comer. Llegue al punto de ya no querer tomar el medicamento porque el sólo verlo me daba malestar”, contó Manuel.

El milagro 

La enfermedad estaba dejando secuelas en el cuerpo de Manuel, dejó la prisión y vivía junto a su mejor amigo y otro compinche de la misma pandilla en un mesón en el que tenían una habitación. 

Su vida dio un giro inesperado cuando en mayo de 2015, según cuenta Manuel, unos  agentes de la Policía Nacional Civil (PNC) llegaron a irrumpir a su hogar.

“No llevaban orden de allanamiento, nos golpearon y nos dijeron que nos iban a matar. Yo tenía una herida y me la patearon un montón de veces, nos regaron aceite para carros, no podía caminar, pensé que me iba a desmayar”, relató Manuel a El Salvador Times.

De acuerdo a lo declarado por Manuel, los agentes revisaron todo lo que había en los cuartos, pero no encontraron nada. Sin embargo, fueron acusados de posesión de droga. Según el expandillero todo fue un montaje de las autoridades. “Nos pusieron una droga que a saber de dónde la habían sacado y por eso estamos aquí”, aseguró a este medio en el transcurso del juicio que se llevó a cabo en su contra. 

Manuel volvió a caer en prisión y llevaba a cuestas la dura enfermedad que ya le estaba pasando factura. Ya no soportaba las medicinas que tomaba y volver a encontrarse recluido lo hizo tocar fondo. 

Fue entonces que decidió refugiarse en su fe y comenzó a dejar en manos de Dios su salud. “Fue un milagro de Dios, ayuné y oré durante mucho tiempo en las madrugadas para que el creador me sanara y lo hizo”, aseguró Manuel, quien sostiene que ha sido curado de VIH y que goza de una excelente salud. 

Por esa razón, decidió alejarse de la criminalidad y dedicar su vida a la predicación tras ese encuentro que tuvo con Dios mientras esperaba el juicio en su contra por el delito de posesión de drogas. 

Junto a Jorge pasaron dos años en prisión, por lo que tuvieron que ser liberados ya que la ley prohíbe que una persona esté más de dos años en prisión preventiva. A ambos se les impuso medidas sustitutivas mientras se llegaba la fecha del juicio. 

Desde que quedaron en libertad, ambos asisten a diferentes iglesias. Manuel se ha ido a predicar en zonas conflictivas, incluso en lugares en donde delinque la pandilla contraria a la que perteneció.

El proceso judicial 

Los tatuajes que con el tiempo acumuló en todo su cuerpo impresionan a las personas que por primera vez lo ven, con una biblia en su mano derecha y su amigo del lado izquierdo llegó el pasado 2 de mayo a los juzgados para enfrentar los cargos que se les atribuyen.

Sentados frente al estrado, Manuel y Jorge esperaban impacientemente la llegada del juez a la sala de audiencias para iniciar el juicio en su contra.

Pese a que aseguraron a este medio de comunicación que eran inocentes del cargo de posesión y tenencia de droga, durante la vista pública declararon ser culpables de portar una libra de marihuana distribuida entre los tres imputados, pues se sumó a José S., quien se conectó a través de videollamadas desde un centro penal. 

“Nos declaramos culpables porque no tenemos testigos ni ninguna prueba de que lo que decimos es verdad, la Fiscalía tiene la droga y el testimonio de los policías, pero nosotros no tenemos nada a nuestro favor”, contaron los imputados.

La versión de las autoridades difiere totalmente de la de los imputados, ya que de acuerdo a lo ventilado en el juicio los agentes se trasladaban en un vehículo particular propiedad de la PNC cuando observaron a tres sujetos con apariencia de pandilleros sobre la calle principal de la colonia Nueva Trinidad, de Ilopango.

Al notar la presencia de las autoridades, los sujetos corrieron, por lo que los agentes los siguieron y a pocos metros después los capturaron.

Revisaron a cada uno y encontraron en diferentes partes del cuerpo porciones de una hierba que creyeron era marihuana, por lo que fueron detenidos al comprobar que efectivamente era droga la que ellos tenía.

Tras conocer el caso, el juez del Tribunal 6° de Sentencia los encontró culpables y los condenó a tres años de prisión con reemplazo, es decir, que en lugar de ir a prisión se les impondrán reglas de conducta y otras medidas, pues la cantidad de droga que se les encontró fue muy poca.