El hondureño Rony Adalid Osorio salió a mediados de abril, desde la ciudad de Siguatepeque, en Comayagua, para unirse a una caravana con la intención de lograr el “sueño americano”. Sin embargo, el destino le jugó sucio, ya que su pierna izquierda le fue mutilada al caerse del tren conocido como “La Bestia”.
Tal como lo hacen miles de migrantes, Osorio abordó el tren junto a otros compatriotas, pero cuando iba a la altura por Coahuila, México, perdió el equilibrio y cayó bajo la pesada máquina.
Ante la gravedad presentada, fue llevado de emergencia al Hospital General Amparo Pape, de la comunidad de Monclova.
Los médicos del centro hospitalario le solicitan a la familia de Osorio que hagan los trámites para que puedan repatriarlo, ya que ahora carece de una de sus extremidades inferiores.
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“La Bestia”, que corre del estado fronterizo de Chiapas, pasando por el estado vecino de Oaxaca y rumbo al norte hacia el estado de Veracruz en la costa del Golfo de México, ha llevado a migrantes al norte durante décadas a pesar de sus evidentes peligros: personas han muerto o perdido extremidades al caerse del coloso.
Las autoridades mexicanas comenzaron a registrar los trenes para bajar a los migrantes a mediados de 2014 y la cantidad de centroamericanos a bordo se redujo a casi nada. Sin embargo, hace como una semana el defensor de los derechos de migrantes, el reverendo Alejandro Solalinde, notó el cambio: grandes cantidades de migrantes comenzaron a subirse al tren en Ixetpec, el pueblo oaxaqueño en donde se ubica su albergue Hermanos en el Camino.