El riesgo por el volcán de Fuego de Guatemala, que entró en erupción el 3 de junio del año pasado dejando más de 200 muertos, continúa latente por la falta de un protocolo de actuación ante nuevos eventos de este tipo, según un informe técnico al respecto presentado este martes.
"Aún con la erupción iniciada, podemos con un protocolo más claro tener mejores resultados. Yo lo del protocolo lo siento urgente, porque si ahora ocurriera estaríamos igual en ese sentido", aseguró la española Dolors Ferrés, autora del reporte sobre la formación natural, que analiza su historia y su situación actual.
La experta en vulcanología y geología de la Universidad Nacional Autónoma de México aseguró que el proceso actual es lento y "no es claro", y aún con las mejoras realizadas en materia de vigilancia y recopilación de información, la falta de estos protocolos de actuación hace que se esté en el mismo punto de partida del pasado 3 de junio.
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"Incluso aunque el sistema de monitoreo no pudiera anticiparse a una erupción, que puede ocurrir (…), si a mitad de la mañana (del 3 de junio de 2018) hubiéramos tenido el entendimiento para entender que esa cosa era más grande de lo habitual, si la comunicación hubiera sido quizá más clara, con los mensajes más claros (…) hubiéramos podido evacuar y estaríamos a tiempo", recordó.
La autora de este estudio, realizado por Acción contra el Hambre con apoyo de la Cooperación Española como parte de la respuesta a la emergencia humanitaria por la erupción del volcán, desgranó el análisis de los peligros y vulnerabilidades que aún persisten y las recomendaciones urgentes para prevenir una nueva tragedia.
En este sentido, Ferrés reconoció avances en materia técnica y de análisis de información, pero insistió en que la parte pendiente es "transmitir" estos datos y tener unos protocolos para que "haya un accionar en consecuencia" sobre una posible erupción de este volcán, muy joven y muy activo.
Es por ello que abogó por mejorar el conocimiento del volcán y de su comportamiento para evitar confiarse, por prepararse para una erupción más grande "porque va a ocurrir", por dar mejor información a las comunidades y las personas sobre qué puede ocurrir y qué deben hacer, por fortalecer un Sistema de Alerta Temprana o por desalojar a las comunidades que están en un radio menor a los 10 kilómetros del cráter.