Deja a abuelita bajo la lluvia, mientras tenía sexo con su novio

costa rica

En su lecho de muerte, Ileana le rogó a su mamá que se hiciera cargo de sus dos niñas. Doña Conchita prometió que lo haría, las cuidaría y las sacaría adelante, aunque no poseía mayores bienes, salvo la casa humilde que habitaban en un barrio de Heredia, Costa Rica.

Ileana era su única hija, quien víctima de una enfermedad terminal, falleció en plena juventud.

Dos bisnietos

Pasaba el tiempo y todo iba bien hasta que una de nietas, ya mayorcita, conoció a un hombre que resultó ser un irresponsable. La dejó embarazada en dos ocasiones, por lo que doña Conchita agregó a los dos bisnietos en su lista de obligaciones.

La señora, quien usaba silla de ruedas para moverse, era paciente del reconocido geriatra identificado como Fernando Morales en el hospital Blanco Cervantes. Un lunes esta abuelita llegó a la consulta muy desmotivada.

 

“¿Qué le ocurre?”, le preguntó el doctor. El llanto fue su respuesta. Morales tuvo que insistir para que le contara la razón de su tristeza. “Mire, doña Conchita, si sus nietas o alguien la maltrata, usted debe denunciar cualquier situación”, insistió el médico.

“No puedo ni debo hacerlo. Si denuncio pierdo a mi nieta y rompería la promesa de velar por ella. Nunca traicionaría a mi difunta hija”, respondió la señora.

Morales comprendió que esta señora nunca plantearía una denuncia contra su nieta, pero sí logró que le contara en confianza lo que vivió.

Lluvia y sexo

El día anterior por la tarde, llegó el novio de la nieta de doña Conchita, como hacía de vez en cuando. Estando en la casa decidieron tener relaciones sexuales, por lo que la mujer llevó a su abuela al patio, en su silla de ruedas. La tarde transcurría, no volvían por ella y terminó con un gran aguacero.

“Horrorizado comprendí su profunda tristeza y el porqué del fuerte resfrío que la aquejaba. Cruelmente los amantes la habían dejado varias horas en el patio, sola, bajo la lluvia. Con frío en el cuerpo y orfandad en el alma”, asegura el doctor Fernando Morales en su libro titulado ¡Vivan los años!

Son 420 páginas con muchas historia de pacientes, detalles sobre el impulso que Morales le dio a la geriatría y de su ardua labor de investigación.