Los millares de centroamericanos que han ingresado a México como parte de caravanas migrantes se han convertido en involuntarios protagonistas de las elecciones de este martes en Estados Unidos, decisivas para el futuro político del presidente Donald Trump, pero que muchos de ellos simplemente ignoran.
"No sé" o "No sabemos nada", es la respuesta recurrente entre migrantes albergados temporalmente en Ciudad de México cuando se les pregunta sobre las elecciones de medio mandato estadounidenses.
"Hay cosas que ni sabemos y aparte de eso no nos dan información", dijo a la AFP Jairo Velázquez, hondureño de 24 años, reconociendo su escasa noción del evento.
Los comicios estadounidenses, donde se espera una alta participación, son claves para Trump, quien se arriesga a perder su mayoría parlamentaria en una votación considerada como un referéndum sobre su polémica administración, aunque él no aparezca en las boletas.
A pocos días de la votación, Trump envió miles de militares a su frontera sur para impedir el paso de los centroamericanos y acusó que entre ellos había pandilleros, narcotraficantes y hasta terroristas infiltrados, sin presentar evidencia alguna de sus dichos.
"Donald Trump no es dueño de la tierra, el único dueño es Dios", afirma Uziel Cantillano, quien llegó a la capital mexicana casi cuatro semanas después del arranque de la caravana desde Honduras, el 13 de octubre.
"Trump tiene que abrir la frontera porque esta gente va hacia arriba [el norte], quiere un empleo", sostuvo el hondureño de 31 años, desde el albergue que al martes ya cobijaba a unos 4.500 migrantes, según las autoridades locales.
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Entre 8.000 y 9.000 migrantes transitan diversos puntos del sur y centro de México, aún lejos de su destino final en Estados Unidos, según la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH, ombudsman).
Que las caravanas estén al centro del polarizado debate político estadounidense, ha sido un cálculo de Trump, estiman expertos.
"Es un tema que ayuda a atizar a su ala más radical", afirma Adolfo Laborde, académico de la Universidad Anáhuac en Ciudad de México.
Añade que la presencia de pandilleros es una probabilidad que puede representar un "riesgo de conato de violencia o de contaminación de causas nobles" como la caravana.
Algunos migrantes rechazan ser calificados de criminales. Otros dicen que sí hay delincuentes en el grupo.
"No somos criminales, somos gente de trabajo", dice Eber Josué, un hondureño de 25 años.
"En las caravanas así hay mucha gente que se pierde, mucha gente que va de delincuente", sostiene por su parte Carlos Rivera, paisano de Josué y también de 25 años.
El lunes, la CNDH dijo que no tiene registro de personas con antecedentes criminales.