Toda la rabia y la frustración de las víctimas de abusos de la Iglesia Católica chilena se centra ahora en el arzobispo de Santiago, el cardenal Ricardo Ezzati, que el miércoles pasado se negó a declarar ante la justicia. "Encubridor, cobarde", se podía leer en los carteles de los manifestantes concentrados ante su casa.
"Ezzati, que nuestras pesadillas te sigan a donde vayas"
"Ezzati, que nuestras pesadillas te sigan a donde vayas, porque te pertenecen. Nuestra inocencia asesinada volverá sobre ti. Nunca más solos, nunca más en silencio", dijo ante la prensa Helmut Kramer, portavoz de la red de supervivientes de abusos eclesiásticos de Chile.
La justicia chilena investiga si el cardenal Ezzati, que es una de las figuras más influyentes dentro de la Iglesia católica chilena, encubrió los presuntos abusos cometidos por Óscar Muñoz, un antiguo alto cargo del arzobispado de Santiago. El miércoles pasado compareció en calidad de imputado, pero se acogió a su derecho a no declarar. Un silencio que ha puesto en duda su disposición a colaborar con la justicia.
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Esto ocurre mientras la Iglesia chilena está sumida en una profunda crisis, con al menos 126 casos abiertos por supuestos abusos sexuales cometidos por religiosos, decenas de ellos, contra menores.
"Prohibido tocar los genitales y besar en la boca a los niños"
En medio de la tormenta, el cardenal Ezzati publicó recientemente una instrucción dirigida a los sacerdotes en la que se les prohibía literalmente, como si no fuera una obviedad, tocar los genitales y besar en la boca a los niños. El escándalo obligó al arzobispo a retirar a toda prisa el documento.