El local ubicado en Cartagena fue incluido por la revista Time en la lista de los lugares a los que hay que ir a comer este 2018
"Segundas oportunidades", se puede leer en la entrada de uno de los restaurantes de moda en Colombia, el "Interno", cuya particularidad es que funciona dentro de una cárcel y es atendido por las mujeres privadas de libertad que cumplen allí su condena.
Buscando precisamente una manera de darles a ellas una segunda oportunidad en sus vidas, desde diciembre de 2016 comenzó a funcionar este local de cocina gourmet en la cárcel femenina de San Diego, ubicada en la turística zona del casco histórico de Cartagena.
Allí, reclusas están encargadas no solo de atender las mesas, sino que también de cocinar platos como ceviche en leche de coco y posta cartagenera, una preparación de carne colombiana. Y de esta forma logran "aprender destrezas diseñadas para ayudarles en la reintegración en la sociedad", indicaron en la revista Time, donde se incluyó este restaurante en la lista de los lugares a los que hay que ir a comer este 2018.
"Interno" fue idea de la actriz y modelo colombiana Johana Bahamón, que conoció un proyecto similar en Milán y quiso reproducirlo en su país, donde llevaba años trabajando con comunidades carcelarias, indicó el medio local El Tiempo.
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Su interés por trabajar con reclusas surgió hace seis años, cuando fue invitada como jurado a un concurso de belleza realizado dentro de una prisión. Entonces, quedó impactada por las condiciones en las que viven las mujeres dentro de las cárceles.
Una percepción distinta de las mujeres privadas de libertad
Expertos internacionales prepararon a las mujeres de la cárcel de San Diego en cocina, atención al cliente y hasta protocolo, por lo que muchas de ellas esperan seguir trabajando en el rubro gastronómico cuando recuperen su libertad.
El local se separa del recinto penitenciario solo por una puerta de acero. Del otro lado, "la vida es muy diferente, muy bipolar", describió una de las reas que trabaja en "Interno". "Un día todo está bien. Al día siguiente todos gritan y lloran", explicó.
Este es un escenario complejo para preparar a alguien para reintegrarse a la sociedad, y por eso Bahamón apostó por esta iniciativa y de paso, desafiar la percepción que la gente tiene de las mujeres privadas de libertad, haciendo que se relacionen en el restaurante. "(Ellas) son juzgadas al instante, pero la mayoría son solo seres humanos que han cometido errores", comentó.