El presidente de México, Enrique Peña Nieto, rendirá este lunes su sexto y último informe de gobierno sin haber remontado su popularidad lastrado por la ola de violencia y corrupción, que empañan logros como las reformas estructurales.
"Ayotzinapa fue su gran debacle, y desconectó con las reformas estructurales que le ayudaban. Este fue el comienzo del fin de su popularidad y apoyo político", dijo hoy a Efe el investigador político Ulises Flores, profesor de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso).
En Palacio Nacional, sede del Ejecutivo, Peña Nieto presentará este lunes el sexto informe de gobierno. El 1 de diciembre dejará el cargo, que asumirá el líder izquierdista Andrés Manuel López Obrador, de Movimiento Regeneración Nacional (Morena).
El documento, de 738 páginas, se divide en cinco apartados: México en Paz, México Incluyente, México con Educación de Calidad, México Próspero y México con Responsabilidad Global.
"A tres meses de que concluya el mandato del actual Gobierno de la República, los datos consignados en este informe acreditan que, si bien persisten desafíos importantes, México ha tenido logros significativos en cada una de las metas nacionales que han orientado la gestión pública desde el 1 de diciembre de 2012", indica el mandatario, del Partido Revolucionario Institucional (PRI), en el Resumen Ejecutivo.
Al inicio de su mandato, Peña Nieto logró un acuerdo con los principales partidos de la oposición llamado Pacto por México que le permitió impulsar una serie de reformas estructurales como la educativa, la de telecomunicaciones o la energética, que abrió el sector a la iniciativa privada tras casi ocho décadas de monopolio estatal.
Estas reformas son, a día de hoy, el principal baluarte de su gestión y todavía las promociona como si fueran aprobadas ayer.
Entre otros logros, está la estabilidad inflacionaria y económica del país, cuyo Producto Interno Bruto (PIB) ha crecido a tasas superiores al 2 % en los últimos años, aunque ello suponga la mitad de lo que prometió a inicio de sexenio.
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Pero estos avances quedan prácticamente opacados por sucesos que han puesto en entredicho su credibilidad y liderazgo, haciendo que sea uno de los presidentes con menor popularidad de la historia de México.
"Da la impresión que fueron muchos años en el poder. Y Peña Nieto no supo administrar su popularidad inicial y desgastó muy pronto ese capital social", comentó a Efe el coordinador del Centro de Estudios Políticos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Khemvirg Puente.
Entre los sucesos que atacaron su popularidad se encuentra el escándalo de la Casa Blanca, un presunto conflicto de intereses relacionado con la compra de propiedades a contratistas del Gobierno por parte del mandatario y su esposa, Angélica Rivera.
Y la desaparición el 26 de septiembre de 2014 de los 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa en el municipio de Iguala, en el sureño estado de Guerrero.
Aunque reconociendo que ambos casos impactaron su gestión, en una serie de promocionales publicados esta pasada semana en redes sociales, ha defendido su actuar.
Sobre la Casa Blanca, dijo que fue un asunto "estrictamente legal". "Ofrecí una disculpa pública, no tanto porque se hubiese actuado equivocadamente sino por cuanto afectó la credibilidad de la institución presidencial", agregó.
Del caso Iguala, insistió en la versión oficial por sus pruebas "claras y contundentes", que afirma que los 43 jóvenes fueron quemados en un basurero, a pesar de que esta fue echada abajo por los expertos de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).
Levantando, de nuevo, muchas ampollas entre los padres de los desaparecidos y organismos internacionales, que esta semana salieron en su contra.
A esto, se le suma una ola de violencia que se ha recrudecido con el paso de los años y cerró 2017 con 31.174 homicidios, la cifra más alta en dos décadas.
Con todos estos ingredientes, Peña Nieto presentará este año el sexto informe de gobierno en un acto protocolario en el que, parece, se alejará de formatos novedosos como el debate con jóvenes que ofreció hace dos años.
El preámbulo de un adiós mucho más agrio que dulce antes de ceder el poder a López Obrador, que beneficiándose de este hastío ciudadano logró vencer en los comicios del 1 de julio con más del 53 % de los votos y con un discurso disruptivo, prometiendo enterrar el pasado reciente.