Un hombre de nacionalidad colombiana sufrió unas severas quemaduras tras caerle en varias partes de su cuerpo acero líquido. Ahora este señor se ha recuperado gracias al injerto de pieles de cadáveres.
Jesús Rodríguez, de 58 años, trabajaba moldeando acero cuando un día le cayó un poco del líquido que había en uno de los calderos.
Debido a las altas temperaturas en las que están dichos líquidos en los hornos, terminó quemándole las piernas y pies, pues el acero penetró profundamente el tejido.
Jesús Rodríguez fue derivado al Hospital Simón Bolívar, al norte de Bogotá, para ser tratado bajo un complejo tratamiento. Este consiste en el injerto de piel de cadáveres.
“La idea es salir caminando de acá y quedar como estaba, normal, con los pies normales”, contó el paciente.
El tratamiento de Jesús Rodríguez es posible gracias al Banco de piel que hay en Bogotá, en donde se almacena el tejido de los glúteos y la espalda, destacó Ojo.
La piel es un órgano vivo con capacidad regenerativa, pero ante quemaduras severas (de tercer grado), cuando el daño alcanza las capas más profundas de la piel (hipodermis) ese proceso natural se ve interrumpido y no hay otra salida para tratar la lesión que un injerto, que es un procedimiento quirúrgico que restaura el área afectada.
En quemaduras de tercer grado hay que remover el tejido muerto lo antes posible para evitar infecciones. Se hace con bisturí.
Cuando las quemaduras abarcan más dele 50% del curepo del paciente, hay que proveer una cobertura temporal para colocar los injertos de piel poco a poco.
El injerto de espesor parcial se toma con un aparato llamado dermatomo (manual o eléctrico), sin dañar el área donadora, que la hace aumentar de tamaño en forma de malla.
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El área donde se colocará debe tener buena vascularización para que la capa de piel se nutra y pegue. Esta se fija con hilos de sutura o engrapadoras de piel.
Luego de colocar el injerto y que se adhiera se aplican cremas humectantes y se usa ropa especial para ayudar a la cicatrización.
