México rebasó promedio mensual de hundimiento tras terremoto de 7,1

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El pasado 19 de septiembre, un sismo de magnitud 7,1 provocó la pérdida de cientos de vidas humanas e innumerables inmuebles en los estados mexicanos de Oaxaca, Puebla y Morelos, así como en la capital del país y en el Estado de México.

Además de los cuantiosos daños, un estudio del Centro de Investigación en Ciencias de Información Geoespacial (Centrogeo), que recoge el portal Animal Político, reveló que tras el movimiento telúrico la Ciudad de México rebasó su promedio mensual de hundimiento, al pasar de entre 2 y 2,5 centímetros a 25 centímetros, tan solo en el mes de septiembre de 2017.

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El análisis del Centrogeo detalló que las delegaciones capitalinas que registraron más desplazamientos negativos fueron Gustavo A. Madero, Venustiano Carranza, Iztacalco, Benito Juárez, Coyoacán e Iztapalapa. 

Cabe mencionar que tras el sismo del 19-S, alrededor de 21 terremotos han tenido como epicentro la Ciudad y el Estado de México. Se trata de movimientos telúricos que tienen entre 1,3 y 3,5 grados de magnitud, según detalla el diario El Universal.

De acuerdo con expertos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), se espera que un sismo de una magnitud superior a 8 se registre en cualquier momento, aunque no se sabe cuándo. Según los especialistas, esto se debe a que en las costas del estado de Guerrero existe una brecha sísmica "donde no ha ocurrido un terremoto significativo en más de 60 años".

 

“Es normal que el suelo tenga movimientos, pero la Ciudad de México es un caso atípico porque está construida sobre un lago. Eso en sí mismo hace que al estar sobre un terreno relativamente lodoso, se hunda más. Si a eso sumamos la extracción de agua del acuífero y el peso propio del medio construido, se acelera el proceso de subsidencia”, detalló Elvia Martínez Viveros, una de las investigadoras.

Las consecuencias que provocan los hundimientos o levantamientos del suelo dependen de en qué lugares se presenten. Por ejemplo, en zonas pobladas se pueden ocasionar daños a las tuberías del drenaje o de abasto de agua, así como afectaciones a edificios que pueden ir desde grietas hasta derrumbes.