MAR DEL PLATA, Argentina (AP) — La Armada argentina reportó el miércoles que detectó una “anomalía hidroacústica” o ruido que podría haberse originado desde el submarino ARA San Juan desaparecido en el Atlántico Sur justo pocas horas después de su última comunicación hace una semana.
Es la novedad más reciente de un caso que mantiene en vilo a la Argentina y que ha involucrado a líderes mundiales como Donald Trump y Vladimir Putin.
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El portavoz de esta fuerza, el capitán Enrique Balbi, informó a los periodistas que Estados Unidos y agencias especializadas en la materia analizaron exhaustivamente este nuevo dato, lo que permitió determinar que el ruido se había producido el miércoles 15 de noviembre por la mañana a unos 48 kilómetros (30 millas) al norte de su última posición registrada.
El marino no aclaró qué organismo estadounidense identificó la anomalía.
Como la zona reportada ya había sido rastrillada por buques y aeronaves, Balbi aclaró el miércoles por la noche que se trasladarán nuevamente buques de guerra de la Armada argentina y un avión de la Fuerza Aérea de Brasil para corroborar este indicio.
Al ser consultado sobre si la anomalía hidroacústica en cuestión podría ser una explosión, Balbi respondió: “es un ruido, no hacemos conjeturas”.
En San Diego, la teniente Lily Hinz de la Armada estadounidense dijo posteriormente que el sonido inusual detectado bajo el agua no podía atribuirse a la vida marina o a algún ruido que ocurra en el océano en forma natural. No quiso conjeturar si podría haberse tratado de una explosión, e indicó que los expertos desconocen qué lo causó.
“No fue una ballena, y no es un sonido que ocurra con regularidad”, afirmó Hinz.
Nada se sabe del ARA San Juan y sus 44 tripulantes al cumplirse una semana de su último contacto con tierra, plazo en que según los expertos la cantidad de oxígeno en la embarcación alcanza niveles críticos, pese a que en su búsqueda se ha desplegado un operativo de rescate que según el gobierno argentino y algunos expertos es inédito en la historia marítima mundial, con la participación de potencias militares como Estados Unidos, Gran Bretaña y con Rusia a punto de sumarse.
El ARA San Juan desapareció hace siete días cuando navegaba desde Ushuaia, en el extremo austral del país, hacia su base en el puerto de Mar del Plata, 400 kilómetros (248 millas) al sureste de Buenos Aires. La Armada y los expertos dijeron que el oxígeno duraría entre siete y diez días si el submarino sumergido está intacto.
El submarino diésel eléctrico clase TR-1700 de fabricación alemana debía llegar el lunes a su base en Mar del Plata.
"He dado la orden para ayudar a Argentina con la misión de búsqueda y rescate de su submarino desaparecido", escribió Trump en su cuenta de Twitter. El mandatario advirtió que "no queda mucho tiempo".
"Que Dios esté con ellos y con la gente de Argentina", agregó.
Por su parte, Rusia se sumará al operativo con un buque oceanográfico de alta complejidad, como anunció el presidente Putin a su homólogo argentino Mauricio Macri en una conversación telefónica que mantuvieron más temprano, confirmó la cancillería argentina en un comunicado.
La desaparición del submarino está bajo investigación de la justicia federal.
"Hay información muy sensible que obedece a secreto de Estado; estamos hablando de una embarcación de guerra. Me permito guardar algunos detalles", comentó la jueza federal Marta Yáñez, de la localidad de Caleta Olivia, a unos 1.822 kilómetros (1.132 millas) al sur de Buenos Aires y donde la Marina radicó la denuncia. "Hoy no tenemos delito, estamos buscando 44 personas que esperemos estén con vida".
En medio de la incertidumbre crece la angustia de los familiares de los tripulantes, y han surgido los primeros cuestionamientos a la Armada argentina por su desempeño en las horas posteriores a que el capitán del submarino reportara una avería en las baterías.
“Ellos (la Armada) saben qué daño puede producir un problema de batería. Según eso, tendrían que haber solicitado ayuda, pero en base a que su protocolo decía que el submarino tenía que estar arriba no la mandaron y esperaron primero a ver si lo podían localizar y después pedir la ayuda”, dijo a The Associated Press Federico Ibáñez, hermano de un radarista.
“La ayuda la aceptaron tarde… minimizaron el problema”, acotó Ibáñez.
A su lado, su media hermana Elena Alfaro lamentó que “hayan dejado pasar tiempo y que las decisiones se tomaron tarde. Aun así, algo me queda de esperanza”.
La Armada argentina manifestó en reiteradas oportunidades que activó la búsqueda de acuerdo con los protocolos establecidos para los casos de emergencia.
“La ayuda internacional fue de inmediato aceptada”, respondió el capitán de navío Gabriel Galeazzi, quien oficia de portavoz de la base de Mar del Plata, al ser consultado por periodistas sobre las críticas de los familiares.
Otros familiares, en cambio, han expresado su confianza en la labor de la Armada.
“No tengo nada en contra de la Armada, la ayuda vino. Están capacitados para algo así”, expresó Fernanda Valacco, pareja de Ibáñez, con quien tienen una niña de 9 años. “Sé que van a volver, en cualquier momento los vemos, sé cómo es el sistema, siempre me comentó cómo se mueven en situación de emergencia, saben cómo hacer, lo han practicado”.
“La Armada está haciendo lo imposible”, opinó Jorge Villarreal, de 61 años, padre del tripulante Fernando Villarreal. “Soy marino retirado y conozco la situación y hay que mantener el optimismo”.
La búsqueda del submarino se ha convertido en una causa nacional en un país que hasta no hace mucho miraba con recelo a sus Fuerzas Armadas por la última dictadura militar (1976-1983) y la fallida operación militar para recuperar las Islas Malvinas, que derivó en una guerra con Gran Bretaña.
El alambrado de metal que rodea la base naval sirvió el miércoles de improvisado altar cuando un grupo de vecinos se juntó a rezar por los tripulantes.
Entre banderas argentinas colgadas del perímetro de la base destacan pancartas de apoyo escritas a mano. “Valiente muchachada de la armada. Con el alma en pausa hasta que vuelvan”, dice uno de ellos que toma una estrofa de la marcha de la Armada. “Fuerza muchachos” y “Fuerza y fe familia”, se lee en otros.
Dibujos alusivos de niños de un jardín infantes resaltan por su ternura. “Pronto estarán acá”, firma Lucía, de 5 años, junto a un submarino pintado de distintos colores.
Buques y aviones procedentes de casi una decena de países se han sumado a la búsqueda del submarino al barrer un área de más de 482.000 kilómetros cuadrados (186.101 millas cuadradas), similar a la superficie de España.
Una división del escuadrón de rescate de submarinos de Estados Unidos se trasladaba en un buque con la tecnología más moderna hacia la zona de búsqueda, la cual incluye un vehículo que se opera en forma remota para evacuar a los tripulantes.