Sao Paulo, 10 oct (EFE).- La policía brasileña desarticuló hoy una organización dedicada al tráfico internacional de drogas y que envió varias toneladas de cocaína a diferentes países de Europa, entre ellos España, informaron fuentes policiales.
Unos 450 agentes salieron hoy a las calles de seis estados de Brasil para realizar un megaoperativo contra el tráfico de drogas, de acuerdo con un comunicado divulgado hoy por la Policía Federal.
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La policía cumple desde primera hora de la mañana un total de 60 mandatos de prisión y un centenar de órdenes de allanamiento en Río de Janeiro, Sao Paulo, Pernambuco, Paraíba, Santa Catarina y Río Grande do Sul.
La redada iniciada este martes forma parte de una investigación iniciada en 2016 que ya ha permitido la aprehensión de diez toneladas de cocaína en Brasil y Europa en dos operaciones distintas realizadas el año pasado.
Desde 2016, las autoridades han localizado estupefacientes en Bélgica, Francia, Italia, España, Dinamarca y Turquía.
La banda adquiría la cocaína en la frontera de Brasil con Bolivia y posteriormente la trasladaba en pequeños aviones a unas casas de campo del interior del estado de Santa Catarina (sur) para organizarla y depositarla en bolsas.
La droga era introducida de forma clandestina en contenedores que contenían productos legales -como piña en lata o rollos de acero- que eran exportados a países europeos.
De acuerdo con la policía, los sospechosos de integrar la organización podrán responder a los delitos de tráfico de drogas, asociación al tráfico internacional, falsificación de documentos y uso de documentos falsos, entre otros.
En contexto
Cada día, los adictos que ocupan “Crackland”, una plaza del centro de Sao Paulo donde se vende y se consume droga a plena luz del día, recogen sus mantas y tiendas y se trasladan al otro lado de la calle para permitir que los trabajadores municipales limpien la zona.
Y también cada día, el grupo regresa. Todo bajo la mirada de la policía.
Este baile diario persiste cuatro meses después de que las autoridades lanzaran una importante operación para terminar de una vez por todas con este mercado del crack, arrestando a decenas de vendedores y sellando los edificios abandonados que habían ocupado, en ocasiones empleando balas de goma y gases lacrimógenos por los disturbios registrados en la zona.
Durante las dos décadas de vida de esta ciudad dentro de la ciudad, los políticos han intentado deshacerse de ella: primero por la fuerza y más recientemente con un programa que ofrecía a los drogadictos alojamiento y dinero en efectivo con la esperanza de ayudarles a abandonar su problema y, con ello, “Crackland”.