Chile: Hoy se cumplen 100 años del natalicio de Violeta Parra

Hoy en varias partes del mundo se le rinde homenaje a la cantautora y artesana chilena Violeta Parra al cumplirse cien años de su nacimiento. De origen campesino, esta artista logró desempolvar el canto popular chileno y hacerlo trascender hasta nuestros días.

 

La compositora de Gracias a la vida es la folklorista más importante de Chile y su figura y sus canciones trascienden el ámbito nacional para iluminar toda la música escrita y cantada en español. 

Hija de un profesor de música creció en un ambiente rural y muy pronto sintió inclinación hacia la canción aunque también fue pintora, bordadora, escultora y ceramista. Comenzó a tocar la guitarra a los nueve años y a componer a los 12. 

En 1932, se trasladó a vivir a Santiago, invitada por su hermano Nicanor (futuro poeta) un año después de la muerte de su padre abandonó los estudios y formó junto a su hermana Hilda "Las Hermanas Parra" para ofrecer conciertos en bares y quintas de recreo.

A los 20 años, Parra comenzó su carrera profesional interpretando boleros, corridos, cuecas, rancheras y tonadas. Se casó y tuvo dos hijos (Ángel e Isabel) que se dedicaron a la música. 

Violeta se separó en 1948, cuando su vida ya estaba unida a un grupo teatral y empezaba a multiplicar sus apariciones públicas. Además, para entonces ya se implicaba políticamente, lo cual resultaba decisivo para la proyección de su música que, a partir de ese momento, se convirtió en un instrumento "para transformar la sociedad". 

"Yo no canto para que quede bonito", decía y, convertida en militante de la canción, aparecía arropada por los poetas, primero por su hermano Nicanor, y luego por Pablo Neruda y otros.

En los años 50 llegaron las grabaciones, los premios y su primera gira por Europa. En París grabó varios elepé, señaló El Mundo

En 1957 regresó a Chile y funda el Museo Nacional de arte folklórico. En 1964 expuso una serie de sus arpilleras, óleos y esculturas en el Museo de Artes Decorativas del Palacio del Louvre, para entonces vivía en Ginebra con el amor de su vida, el musicólogo suizo Gilbert Favre, al que dedicó composiciones de amor y desamor.

En 1965 Parra regresó a Chile, instaló una carpa con la idea de que se convierta en un gran centro de folklore vivo en el que participan sus hijos Ángel e Isabel Parra además de Rolando Alarcón, Víctor Jara y Patricio Manns, entre otros.

La idea no tiene una gran acogida entre el público. Favre, su amor, viajó hacia Bolivia y Violeta escribió Run run se fue pal norte. Grabó su mejor disco al final, un conjunto de las últimas composiciones que aparece en diciembre de 1966.

En febrero de 1967, Violeta Parra se quitó la vida.