Un pastor evangélico salvadoreño fue enviado hoy a prisión preventiva mientras enfrenta una investigación judicial por su supuesta participación en el asesinato y descuartizamiento de un policía la semana pasada, informó la Fiscalía.
La fuente identificó al procesado como Antonio Hernández, de 33 años de edad, quien fue arrestado el 19 de junio anterior porque, de acuerdo con las autoridades, ayudó a pandilleros del Barrio 18 a deshacerse del cuerpo del agente.
En declaraciones a la prensa local, Hernández aseguró que fue "obligado" por los pandilleros bajo amenazas de muerte contra él y su familia, y que se presentó voluntariamente ante las autoridades.
De acuerdo con los medios salvadoreños, el pastor evangélico coordinaba diversos programas de prevención en la comunidad La Campanera, una de las más conflictivas del centro del país por la alta presencia de pandilleros.
Según el director de la Policía, Howard Cotto, tras ser asesinado por miembros de la pandilla Barrio 18, el agente Víctor Alcides Díaz Nolasco, de 30 años de edad, "fue trasladado desde el lugar de los hechos, hasta el kilómetro 21 de la Carretera de Oro, donde fue encontrado en varias bolsas".
El Salvador es asediado por las pandillas Mara Salvatrucha (MS13), Barrio 18 y otras minoritarias, que poseen más de 600 células en todo el país, y a las cuales el Gobierno atribuye la mayoría de los crímenes.
El país centroamericano es considerado uno de los más violentos del mundo por sus tasas de 103 y 81,7 homicidios por cada 100.000 habitantes en 2015 y 2016, respectivamente. ACAN-EFE
Recientemente Elsalvador.com publicó un reportaje donde un palabrero (marero) revelaba que la guerra es contra policías y no con rivales.
“La violencia en las calles se ha degenerado y ahora la guerra es contra policías, militares y custodios de centros penales. Los policías están contra nosotros y nuestras familias. Esto es un círculo de violencia que se vive en la colonias”, afirmó.
El palabrero sostiene “que en la calles los policías están permitiendo con sus acciones que los hijos y parientes de pandilleros tengan un odio profundo y no de confianza en las autoridades”.
“Nosotros somos pandilleros pero también tenemos corazón y sentimientos. A veces queremos más a un amigo (marero) que a un hermano. Si veo que le hacen daño a un carnal es imposible que no quiera desquitarme. Las autoridades nos están golpeando a nuestras esposas, madres e hijos”, declara el marero.