El ejército liderado por el general Simón Bolívar luchó contra las tropas realistas en Valencia un 24 de junio de 1821, su triunfo le otorgó la anhelada libertad a la República de Venezuela.
Un 24 de junio pero de 1821 Venezuela aseguraba su independencia con el triunfo de las milicias apoyadas por las fuerzas del pueblo en la histórica batalla de Carabobo librada en la capital Valencia.
El Ejército Republicano, comandado por el jefe Simón Bolívar y el realista a cargo del Mariscal de Campo Miguel de la Torre, fueron los grandes protagonistas de ese día.
Bolívar impulsó una estrategia denominada La Campaña basada en las dificultades del terreno. Con este plan Bolívar pensó en distraer al enemigo (las tropas españolas) para que se desprendieran de la mayor cantidad de hombres.
La batalla duró aproximadamente dos horas, lapso en el que al menos dos mil realistas cayeron en combate a manos de los libertadores.
El combate fue dividido en tres brazadas, la primera comandada por José Antonio Páez e integrada por los batallones Bravos de Apure y los Cazadores Británicos además de siete regimientos de caballería.
La segunda fue puesta a cargo del general Manuel Cedeño y constituida por los batallones Tiradores y Vargas y también por un escuadrón de caballería.
La tercera estuvo a cargo del coronel Ambrosio Plaza y contó con cuatro batallones: el de Rifles, Granaderos, Vencedor de Boyacá y Anzoátegui.
En esta batalla murió Pedro Camejo o "Negro Primero", integrante de uno de los regimientos de caballería de la primera división del general José Antonio Páez, personaje que impresionó a Bolívar por su actuación en el campo de batalla.
"Camejo era el soldado más humilde por su origen de esclavo. Al ser presentado con el general Páez se produjo una conversación que lo llevó a defender con ímpetu la causa independentista", explicó el historiador Antonio Vitulano.
"Negro primero" era "jovial e inocente, su destreza con la lanza y su forma de enfrentar el combate le hicieron acreedor del apodo", dijo Vitulano.
Para el historiador llevar los restos simbólicos de Camejo al Panteón Nacional era una deuda histórica que se tenía no solo con el aguerrido soldado sino con otros próceres de nuestra independencia como Ambrosio Plaza y Julián Mellado.