Un jurado popular de Argentina condenó hoy a prisión perpetua al empresario Gustavo Fernando Farré por el asesinato en 2015 de su esposa, uno de los feminicidios que más ha conmocionado a la opinión pública en el país suramericano.
Los doce integrantes del jurado en el proceso que se llevó adelante en la localidad bonaerense de San Isidro coincidieron en hallar culpable a Farré de "homicidio doblemente agravado por el vínculo y por feminicidio" de su esposa Claudia Schaefer.
"Es un fallo ejemplar", manifestó a la prensa la fiscal Laura Syseskind al salir del tribunal.
La otra fiscal que actuó en el caso, Carolina Carballido Calatayud, dijo que espera que Farré esté en la cárcel "hasta que se muera".
El 21 de agosto de 2015, la mujer, de 44 años, recibió 74 puñaladas en su vivienda, situada en un lujoso barrio cerrado en la periferia de Buenos Aires.
Al momento del hecho, Farré y Schaefer estaban tramitando el divorcio. Aquel día Schaefer llegó a la casa acompañada de un abogado, mientras que Farré la esperaba con otro letrado y su madre.
La pareja discutió y se retiró a una habitación, donde la mujer recibió las 74 puñaladas y murió por una herida en el cuello.
Farré intentó escapar del barrio cerrado, pero fue detenido por agentes policiales alertados por una llamada telefónica.
En su alegato final en el juicio, Farré, de 54 años, leyó una carta dirigida a sus tres hijos en la que aseguró que no puede "explicar ni justificar lo que pasó".
"Vivo recordando los buenos momentos juntos, daría mi vida, la cambiaría en un segundo por irme yo y que ustedes estén con su madre, pero acá estoy", leyó.
En el juicio, tanto la Fiscalía como la querella habían solicitado la condena del acusado por feminicidio doblemente agravado, mientras que la defensa había solicitado que se tuviera en cuenta el accionar "por emoción violenta" o que se declarase al empresario inimputable por considerar que "estaba enfermo" al momento de cometer el crimen.
Pero los fiscales pusieron de relevancia las decisiones tomadas por el acusado, como el hecho de que hubiera dos cuchillos de cocina en la habitación.