Cuando la tormenta Daniel derramó a principios de septiembre trombas de agua en el pueblo de Vlochos, en Grecia central, Nikos Falangas apenas tuvo tiempo de huir de su casa con su esposa y su hijo.
Tres semanas más tarde, toneladas de barro siguen cubriendo una parte de la aldea y Falangas. Un empleado de 51 años, no logra convencerse de que «quede tan poco» de su casa familiar.
«Lo único que pude salvar fue una foto familiar y los juguetes de mi hijo. Es todo lo que queda de la casa donde nací y crecí»; dice a la AFP, con los ojos nublados por las lágrimas.
«No hay palabras para describir la tragedia que estamos viviendo«; añade.
Eri, un trabajador albanés de un pueblo cercano, ayuda a rescatar electrodomésticos del interior de otro hogar. El hombre observó cómo en el punto álgido de la inundación, el agua llegó a los tejados de las casas tradicionales de una sola planta.
Víctimas en Grecia luchan por reconstruir lo poco que queda
«Alcanzó los cuatro metros de altura», detalla.
La mayoría de los habitantes se marcharon. Las pocas docenas que quedan se refugian en la iglesia local construida sobre una colina, y por tanto, con menos riesgo de inundación.
La tormenta sin precedentes dejó 17 muertos y devastó la región central de Tesalia, el corazón de la producción agrícola de Grecia.
También, se detalla que la inundación ahogó a decenas de miles de animales de granja, al tiempo que arrasó almacenes que contenían fertilizantes, herbicidas,gasolina y otros productos químicos; dejando una mezcla tóxica.
Restos de muebles, electrodomésticos destruidos y harapos se acumulan por doquier mientras el hedor de los animales muertos y el agua contaminada invaden el aire.
Los aldeanos de Vlochos se esfuerzan por reconstruir lo poco que queda, al mismo tiempo que nubes negras oscurecen el horizonte. El cielo se llena de relámpagos y empiezan a caer gruesas gotas de lluvia.
Un nuevo frente tormentoso, bautizado Elías, comenzó a azotar a Grecia el martes, trayendo consigo fuertes lluvias y aguanieve.