Era el año 1972 y Nicaragua se encontraba en la búsqueda de la modernidad, la ciudad de Managua estaba de fiesta y miles de capitalinos se encontraban más que listos para celebrar la navidad.
En instantes todo cambió, a las 0 horas con 35 minutos de aquella madrugada del 23 de diciembre, la tierra se estremeció.
En tan solo 30 segundos, esta ciudad próspera y llena de luces se oscureció. Tres cuartas partes de la capital se desplomaron por un terremoto de magnitud 6.2 en la escala de Richter, con epicentro en el Lago de Managua.
Los lamentos y llantos entre escombros e incendios, eran los únicos sonidos por las calles de una ciudad que un día fue la más próspera de Centroamérica.
Un tenebroso terremoto para Nicaragua
La tristeza y la incertidumbre atormentaba a miles de capitalinos, pero el caos no acabó ahí. El terremoto fue seguido por dos réplicas de magnitud 5.0 y 5.2 a casi una hora después del primer sismo, acabando por destruir la capital.
Al originarse tan cerca de la ciudad, el terremoto resultó catastrófico; pues activó al menos tres fallas geológicas que atraviesan el centro de la ciudad. La destrucción fue casi completa.
El 75% de las viviendas y edificios del centro se derrumbaron. El 75% de la infraestructura urbana desapareció, el 90% del comercio sucumbió ante terremoto, y el 40% de las fuentes de ingresos fiscales desaparecieron.
Esta catástrofe dejó más de 10 mil personas muertas en Nicaragua y más de 20 mil heridos; además de 280 mil damnificados y una ciudad totalmente destruida.
Caos total
Para los sobrevivientes empezaron los peores días de sus vidas, familias sin hogar, fallecidos que llorar y angustia por vivir; fue lo que quedó marcado en el corazón de miles de capitalinos, quienes nunca volverían a ser iguales.
Los incendios causados por el desastre se prolongaron durante dos semanas. El escenario era caótico, casas y grandes edificios cedieron a consecuencia de una de las mayores catástrofes naturales sufridas por el pueblo en Nicaragua.
Aún se desconoce el número exacto de fallecidos debido a que hubo cadáveres que nunca fueron extraídos de los escombros por los rescatistas.
El 90% de las viviendas, en el radio central, se derrumbaron y las que resistieron al sismo estaban severamente dañadas; al punto de declararse como inservibles.
Una ciudad en ruinas
Sin embargo, los nicaragüenses no solo tenían que lidiar por las consecuencias del terremoto. Esta tragedia, puso los ojos del mundo sobre Nicaragua y la solidaridad de países hermanos no se hizo esperar. Aunque esta desgracia fue utilizada y aprovechada por el dictador Anastasio Somoza y sus partidarios.
Los recursos y las ayudas humanitarias internacionales fueron usurpadas; además fue tan evidente y sin escrúpulos el saqueo de Somoza en medio de la tragedia.
Luego, las malas noticias no cesaban para los nicaragüenses. El 31 de diciembre del 1972 Managua recibió su segundo golpe, el beisbolista, hoy declarado héroe nacional, Roberto Clemente; murió en un accidente aéreo mientras trasportaba ayuda humanitaria a los sobrevivientes del terremoto que destruyó la capital.
Lo que quedó de Managua no era más que tierra, trozos de tablas, humo, hambre, desolación, miseria y calles agrietadas.
Escenario que no se repetirá en Nicaragua
Hoy los capitalinos recuerdan con nostalgia las calles de la vieja Managua y sus experiencias vividas en ellas; pero ven con orgullo la nueva, próspera y moderna Managua, capital de Nicaragua.
Hoy en día, el gobierno de Nicaragua, se encuentra capacitando constantemente a las autoridades con simulacros y charlas enfocadas en la respuesta rápida ante estos fenómenos naturales. Año con año se realizan ejercicios de protección a la vida en barrios y comunidades, para preparar a la ciudadanía ante estas catástrofes.
Así mismo, las construcciones en Nicaragua cumplen con la normativa y guías sobre para la planificación de crecimiento urbano, para evitar que, en el caso de presentarse un fenómeno como este; no cause tantos daños en la infraestructura de la ciudad capital.
A 50 años del devastador terremoto, la capital luce totalmente diferente, con más de 1 millón de habitantes, hoy es una nueva Managua, encaminada en el desarrollo y modernización de infraestructuras que cumplan con normas constructivas adecuadas, capaces de soportar un fenómeno igual o de mayor intensidad.
A medio siglo de este acontecimiento, Managua proyecta vida y prosperidad.