Muñecas de trapo, canastitas, indios, chichiles, escobitas, trompos, yo-yos, pitos de carrillo, camioncitos de madera; son entre otros los juguetes artesanales que aún se fabrican en Nicaragua y que llenan de alegría el alma de muchos niños y niñas.
«Tenemos juguetes de todos los tamaños, los chichiles, y como puede ver los indios, es lo que la gente acostumbra regalar porque antes se iba mucho con el plástico, pero ahorita se está yendo con todo lo que es lo nacional que son los productos de Masaya»; dijo Sonia Cano López, artesana de Pacayita, jurisdicción de Masaya.
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Estos artesanos invitaron a las empresas y todas las familias en general en seguir promoviendo los juegos de Nicaragua con productos que elaboran con sus propias manos.
«Deberían seguirnos apoyando con los productos del campo, de la ciudad, sobre todo de Masaya donde elaboramos los pitos. Y en la misma comunidad las matracas y muñecas»; indicó Doña Sonia.
Juguetes tradicionales desde Masaya, cuna del folclor en Nicaragua
¿Y se acuerdan de las ruidosas matracas? En esa comunidad de Masaya también se elabora estos juguetes artesanales.
«Son juguetes que le dan un realce a las fiestas marianas, y en general a estas fiestas navideñas, porque un niño se alegraría con un regalito de estos. El niño se motiva y también nos motiva a nosotros para seguir con esta tradición de elaborar estas matracas»; explicó Saúl López Palacios, artesano de Masaya.
Con las nuevas tecnologías de la comunicación, los niños y niñas desde los dos años de edad ya andan en sus manos un celular, y lo saben usar mejor que un adulto. Es por eso que estos artesanos luchan para que se mantenga esa tradición de Nicaragua y que la niñez se pueda entretener con estos juguetes artesanales.
«Se ha perdido la tradición y necesitamos motivar y seguir cultivando la tradición»; reiteró Don Saúl López Palacios.
Estos artesanos ponen las esperanzas en los padres de familia para que promuevan estos juguetes que son baratos. Aunque en otras zonas de Nicaragua se elaboran estos y otros juguetes, es en Masaya, la cuna de la artesanía, donde aún se transmite la felicidad para los niños y niñas.
