Han pasado más de tres años del fallecimiento de una de las mujeres iconos dentro del cine, y más aún si hablamos de la saga de Star Wars. Carrie Fisher provocó varios suspiros durante las tres primeras entregas de la franquicia de George Lucas.
Con su papel de Leia Organa o más conocida como la princesa Leia, Fisher se ha mantenido como uno de los símbolos de belleza dentro de la ciencia ficción. Lamentablemente, la actriz estadounidense falleció a sus 60 años el pasado 27 de diciembre de 2016.
Este 04 de mayo, al conmemorara el Star Wars Day es importante hablar de este símbolo que ha inspirado a miles. Apareció en algunas producciones con su madre antes de empezar su primer trabajo de cine.
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Su papel más importante llegó en 1997 dentro de la saga de Star Wars, una de las franquicias más exitosas del cine. Repitió su papel en seis de las producciones de esta saga: La guerra de las galaxias (1977), El Imperio contraataca (1980), El retorno del Jedi (1983) y, 32 años más tarde, en El Despertar de la Fuerza (2015), Los Últimos Jedi (2017) y la última de la saga El ascenso de Skywalker (2019).
Al padecer un trastorno bipolar, para el que a veces incluso tuvo que recurrir a terapia electroconvulsiva, empezó a automedicarse. Lo que se transformó en una dependencia de las drogas y el alcohol que el resto de su vida trató de combatir, viviendo un breve matrimonio con el cantante Paul Simon.
Fisher contó públicamente los problemas que había tenido con las drogas, su batalla con el trastorno bipolar y la adicción a los ansiolíticos en el programa 20/20 del canal de televisión de la ABC.
El 23 de diciembre de 2016, sufrió un infarto masivo a consecuencia de una apnea de sueño mientras se encontraba en un vuelo que la trasladaba de Londres a Los Ángeles. Aplicándose inmediatamente medidas de reanimación. Su hija confirmó su fallecimiento el 27 de diciembre.